lunes, 16 de febrero de 2015

La ciudad española durante el franquismo


Belchite (Zaragoza), un pueblo devastado por la Guerra Civil.
Tras finalizar la Guerra Civil Española comienza el conocido como período de la autarquía y durante el mismo se inicia un proceso de elaboración de la formulación conceptual parejo a la institucionalización administrativa del planeamiento urbanístico que culmina en 1956 con la progresista Ley del Suelo de España. 
Los años que van desde el 1939 a 1959 se conocen como los años de la autarquía económica. Esta autarquía y limitación también la vemos en el campo del urbanismo, pues la tasa de urbanización era todavía muy escasa ya que únicamente un  40% de españoles son habitantes de municipios de más de 10.000 habitantes. 
Las condiciones de la postguerra no eran óptimas dados los efectos de la guerra civil en las ciudades y a la incapacidad de relanzar el fenómeno urbano así como a la imposibilidad de asegurar unas condiciones mínimas en la ciudad. Es una situación de declive llamada "etapa de la miseria urbana". A partir de aquí se inicia un intervencionismo total. A pesar de la creación del INI (Instituto Nacional de Industria) que actúa sobre proyectos industriales en ciudades medias (50.000 habitantes), lo cierto es que inicialmente el franquismo se centra en el medio rural y , en todo caso, en hacer frente a los efectos devastadores de la Guerra Civil (1936-1939).

Es cierto que alguna actuación sobre las ciudades y vinculadas con el INI- por medio de la empresa Calvo Sotelo- se acometen en ciudades pequeñas como Puertollano (Ciudad Real)  o en el área metropolitana de Madrid, en concreto en los polígonos industriales de Villaverde o de San Fernando de Henares. 
Sin embargpo, lo más significativo es la creación, un año antes de que acabara la guerra - en 1938- del Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones con una finalidad de reconstrucción para paliar los efectos de la guerra. Al año siguiente, 1939, se crean muchos organismo que pretenden estimular la creación de viviendas tanto en la ciudad como en pueblos como son el Instituto Nacional de la Vivienda, la Dirección General de Regiones Devastadas, Dirección General de Arquitectura y Junta de Reconstrucción de Madrid o el Instituto Nacional de Colonización o los inicios de planes de viviendas comarcales y provinciales.
Facultad de Agrónomos en la Ciudad Universitaria (Madrid)


Para 1940 se generalizan en las ciudades la redacción de los Planes General de Ordenación Urbana (PGOU) - llamados en quel momento Plan General- en muchas ciudades como Madrid, Toledo,  Cuenca o Palma de Mallorca.
Se actúa en aquellos lugares donde la guerra se ha dejado sentir. Se legisla sobre las expropiaciones, las exenciones de impuestos y los créditos baratos. Pero la transformación urbana en los años cuarenta es poco significativa.
Igualmente durante la dictadura franquista se toman decisiones legislativas de importancia como son la Ley del Suelo y Ordenación Urbana (1956) que revisa los planes anteriores y supone la intervención del Estado en materia urbanística y un intento de crear instrumentos de lucha contra el caos urbanístico y la especulación. Con esta ley el suelo se divide en tres categorías: urbano (que permitía solicitar la licencia para edificar), de reserva urbana (que indicaba la dirección del crecimiento urbano) y rústico (donde se admitía cierta edificabilidad, lo que permitió crear muchas segundas residencias). Pero apenas tuvo aplicación en la práctica.

Poco tiempo después la fisonomía de la ciudad, teniendo en cuenta la normativa de los planes generales de ordenación urbana que provienen de la regulación del suelo del año 1956 y que en teoría busca el equilibrio territorial y la construcción de ciudades con polígono de edificación abierta, y bien equipados y comunicados se encuentra con una realidad diferente.
La razón de este desajuste está en la aparición de dos fenómenos en los 50 como son la aparición del inversor entendido como un agente profesional que adquiere suelo y construye viviendas,  y la extensión de la idea de barriada o suburbios que colonizan los extrarradios de las ciudades y que son ocupadas por personas que trabajan en la industria. Algunas de estas últimas surgen como un asentamiento marginal, en muchos casos serán ilegales o con insuficientes condiciones de salubridad.
Al año siguiente, en 1957 se crea el Ministerio de la Vivienda con delegaciones en todas las provincias españolas.

El mayor crecimiento urbano en España coincide con la década de los sesenta, conforme el franquismo entra en la fase desarrollista, en las que las ciudades españolas iniciaron un enorme crecimiento debido al aumento natural de la población y a la reactivación del éxodo rural. Los años 60 son de auténtica explosión urbana asociada a la modernización económica, al crecimiento industrial y de servicios, crecimiento demográfico y llegada de inmigrantes. Esto condicionó notablemente a las ciudades españolas que ven como aumenta el terreno para urbanizar con edificación masiva.

Igualmente este desarrollo urbano de los años sesenta se basaba igualmente en el desarrollo industrial y en un incipiente desarrollo turístico. En concreto, y vinculado con este sector la Ley de Zonas de Interés Turístico Nacional (1963) que fomenta un desplazamiento hacia el litoral costero respecto del interior y favorece el desarrollo y crecimiento urbano de las áreas costeras pensado para el turismo. Igualmente importante será el periodo que va desde 1961-1976 ya que se aplica en el Plan Nacional de la Vivienda que genera la aprobación y revisión de Planes Generales en numerosas provincias españolas.
Lo cierto es que la ley del suelo se supeditó a los intereses de los grupos de promotores. Los agentes económicos que tenían suelo y capital se lucraban. Este importante crecimiento urbanístico se trasladó a la morfología urbana con grandes complejos residenciales asentados en la periferia y serán para la clase media. También está el fenómeno de los suburbios que se incrementa.
Barriada del Zumbacón (Córdoba)
Es en estos momentos en que se aprecia que en paralelo al crecimiento económico y surge el fenómeno de las áreas metropolitanas en Madrid, Barcelona y Bilbao con relaciones de las ciudades con su periferia. Este crecimiento de áreas metropolitanas sorprendió al gobierno y el crecimiento fue desordenado con ausencia de normativa en gestión o servicios.

En el primer lustro de los 70 el crecimiento demográfico se estanca por la crisis económica. En 1970 se intentó luchar contra el crecimiento en forma de mancha de aceite de algunas grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla) mediante la creación de polígonos de descongestión en las vías de acceso a la ciudad.
En estos  70 la ciudad adquiere otro cariz en el que la preocupación del ciudadano empieza a contar y surge una nueva situación por el traspaso de competencias. Coincidiendo con el desarrollismo van apareciendo en las ciudades españolas una nueva trama urbana, una nueva morfología así como una nueva realidad en la estructura de las ciudades ya que la extensión urbana hace difícil determinar los límites de la ciudad. 
Surge entonces la franja periurbana o suburbana, en la que se mezclan usos del suelo y formas de vida propios del campo y de la ciudad. 
Por otro lado, también se modifican las barriadas obreras y las instalaciones industriales de las ciudades que crean una orla o periferia alrededor de las ciudades. En su expansión las periferias urbanas se estructuran en diversas áreas que se caracterizan por sus contrastes morfológicos, funcionales y sociales: los barrios residenciales, las áreas industriales y las áreas de equipamiento. 
Los barrios residenciales de la periferia de las ciudades españolas durante el franquismo tuvieron una enorme expansión, aunque en la mayor parte de las ciudades surgen de forma descontrolada no cumpliéndose con las normas antes citadas o cumpliéndose parcialmente. 
Las actuaciones en estas ciudades entre los años sesenta y setenta se centran en todas las áreas residenciales, tanto las de promoción privada como las públicas u oficiales.
Los polígonos de vivienda de promoción privada surgieron a partir de 1960 y se crearon de forma aislada y mal conectados entre sí. Se adoptó una trama abierta en bloques o torres de vivienda colectiva. 
Dado el proceso de rápida urbanización de la época y de fuerte especulación del suelo se levantaron bloques de fachada geométrica, a veces en forma de H, de altura y densidad abusiva y que han creado un paisaje urbano monótono, que da lugar a barrios que se asemejan a “colmenas” o barrios dormitorio.
Paisaje de Huertas en Ciudad Jardín
Diario Córdoba

Un caso bastante común en las grandes ciudades es la aparición de las áreas metropolitanas. En esta área metropolitana aparecen las ciudades dormitorio debido a la expansión de las ciudades. La finalidad de estas nuevas ciudades es la descongestión de las ya preexistentes, por lo que estas surgen en las cercanías de otras que pretender ser descongestionadas. 
En las ciudades dormitorio los habitantes trabajan en la aglomeración principal y disfrutan de sus servicios, por lo que se genera un intenso y variado tráfico entre ellas (coches, trenes, autobuses, metro...).Con el tiempo, estas ciudades van, a su vez, a convertirse en aglomeraciones urbanas que han de descongestionarse. 
Junto a estos polígonos de promoción privada existen barrios marginales de infraviviendas o chabolas, que surgen sobre el suelo ilegal (rústico o verde) y sin organización urbanística. Las viviendas son autoconstruidas, con graves deficiencias y careciendo de los servicios elementales agua, luz, saneamientos). Estos barrios que alcanzan su máxima extensión en la década de los 50 dado el masivo éxodo rural y empiezan a ser transformados por las autoridades en los años 60 se incorporaron con lentitud las dotaciones básicas y se inició algún proceso de renovación y sustitución por bloques en altura. 
Chozas en la Barriada de Fray Albino (Córdoba) en 1949
Fundación Cajasur

Los barrios de vivienda de promoción oficial, que tuvieron su máximo desarrollo entre 1940 y 1960. En este periodo se intentó paliar el tema del alojamiento y se crearon más de 400.000 viviendas “protegidas” con ayuda estatal y con limitaciones en el precio de la vivienda. Casi siempre se adoptó por barrios de trama abierta, con zonas libres entre viviendas. La edificación, en viviendas unifamiliares o bloques, se caracterizó por la monotonía, la pobreza de materiales y la baja calidad constructiva. Estas carencias dieron y dan todavía lugar a políticas de rehabilitación para recuperar edificios y dotar a los barrios de equipamientos básicos (escolares, deportivos, sanitarios). 
Algunas barriadas de promoción oficial fueron las UVA (Unidades Vecinales de Absorción), construidas en tres o cuatro meses como barracones prefabricados, con carácter provisional para un período máximo de de cinco años cinco años, aunque se mantuvieron 25 años más – por ejemplo en Córdoba pasó con las barriadas de Las Moreras y Las Palmeras-, los poblados de absorción (para alojar a chabolistas) y los poblados agrícolas (para absorber la a la población del campo, como Algallarín en Córdoba).




jueves, 12 de febrero de 2015

La ciudad española durante el primer tercio del siglo XX


Hasta la Guerra Civil se sigue con la continuidad de los procesos urbanísticos anteriores. Destacan actuaciones representativas sobre los centros históricos, hay una reforma interior de los centros históricos, derribos, realineaciones, saneamientos, etc. También se articuló el espacio urbano con la consolidación de los ensanches y potenció el desarrollo ya que era una forma válida de producir espacio urbano.
El principal protagonista es el extrarradio de la ciudad porque en muchos casos va a ser considerado a efecto administrativo como ciudad, así tiene que cumplir todos los postulados de la organización de la ciudad que destacó en la segunda generación de ensanches para controlar el área del extrarradio. 
En los primeros años del siglo XX, en Barcelona se manifestaba la necesidad de articular el ensanche Cerdà con la periferia. Se convocó un concurso público que ganó en 1905 el arquitecto francés León Jaussely. Se trata de un plano basado en grandes figuras geométricas, combinación de rectas y curvas. No es extraño, puesto que Jaussely partía de la crítica generalizada al plan Cerdá. 

La regularidad del trazado en damero desaparecía a favor de composiciones oblicuas. Este proyecto no prosperó, pero Jaussely participó en la confección del definitivo Plan de Enlaces de 1917, en el que quedó recogida su idea de un cinturón de ronda. 

A principios del siglo XX las ciudades españolas irán paulatinamente sufriendo cambios conforme iban extendiendo en superficie y aumentando en ellas la población. En paralelo a esto las autoridades irán aprobando una legislación en materia de planificación urbana y de vivienda. 
Uno de las primeras medidas se aplicará durante la dictadura de Primo de Rivera. En 1924 se aprueba un Estatuto Municipal  que obligaba a los municipios de más de  10.000 habitantes a redactar sus planes de ensanches. Hasta 1923, con el Estatuto Municipal, publicado siendo ministro de Gobernación Calvo Sotelo, imponía la obligación a las grandes ciudades de elaborar un plan general que ordenase el crecimiento. 


En últimos años de la década de los 20 aparece una nueva generación de arquitectos, influidos por las corrientes del racionalismo. 
En esta generación destacan por su actividad urbanística Secundino Zuazo y Fernando García Mercadal. Este segundo, es el principal introductor en España del racionalismo centroeuropeo. En 1926, recibió clases de urbanismo de Hermann Jansen, y en 1929 trabajó en el estudio de Zuazo. García Mercadal puso en contacto al arquitecto bilbaíno con el alemán, y ambos concurrieron con un proyecto conjunto al concurso convocado por el ayuntamiento de Madrid, para la urbanización del extrarradio. El concurso se declaró desierto, por considerar el jurado que ningún proyecto cumplía todas las condiciones. 
La Segunda República, coincidió con el auge de la arquitectura racionalista, de la que García Mercadal fue el principal introductor. Participó en el congreso fundacional del CIRPAC en 1928, organizó la visita de Le Corbusier a Madrid y fue el promotor de la creación en 1930 del GATEPAC. 

El gobierno republicano proporcionó un fuerte impulso político al planeamiento urbano, especialmente bajo el mandato de Indalecio Prieto en Obras Públicas entre 1931 y 1933. 

En 1932 se creó el Gabinete Técnico de Accesos y Extrarradio de Madrid, para mejorar los accesos por carretera y ferrocarril y ordenar los núcleos de población periféricos. El cerebro de este gabinete fue Secundino Zuazo, y sus realizaciones más significativas fueron el plan de accesos a Madrid y dos trabajos relacionados con los trabajos de prolongación de la Castellana: el túnel ferroviario entre Chamartín y Atocha y los Nuevos Ministerios. 

Otro trabajo del Gabinete fue el Plan Regional de Madrid, en el que se contempla no sólo la ciudad y su periferia inmediata sino una extensión territorial mucho más amplia. El interior del término municipal de Madrid fue objeto de un plan de Extensión en 1933, que venía a suplir el fallido concurso de 1929. Se trata de un trabajo que establecía objetivos sobre zonificación, densidad, espacios verdes y sistema de transporte.

 Nuevos Ministerios
Por su parte, García Mercadal ganó en 1932 la plaza de jefe de la Oficina de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid. Su principal aportación urbanística desde su puesto es el Proyecto de Ciudad Verde del Jarama. 
Donde éste se convirtió en arquitectura oficial, fue en Cataluña, impulsado por la Generalidad de Cataluña. El GATCPAC, liderado por Sert, será la referencia del urbanismo catalán republicano. El primer proyecto de calado del grupo es la urbanización de la Diagonal (1931). Se trata de una exposición del racionalismo más ortodoxo, en el que la manzana cerrada Cerdà se sustituye por alienaciones longitudinales de bloques exentos. En 1932, se publica el de la "Ciutat de Repós", una colonia de vacaciones dentro de la preocupación del movimiento por la higiene y el ocio. 
En 1934, se completó la redacción del proyecto más ambicioso, el "Plan Macià", para la creación de una nueva Barcelona, que contó con el apoyo de Le Corbusier. El crecimiento de la ciudad debería hacerse descartando las propuestas radiales tipo Jaussely y conservando la organización reticular de Cerdà, pero con un módulo mayor (una manzana nueva equivaldría a nueve antiguas). Se prestaba atención especial al cinturón litoral, a la zonificación y a la modificación de las ordenanzas urbanas.

En las ciudades jardín


Una ciudad jardín es un centro urbano diseñado para una vida saludable y de trabajo; tendrá un tamaño que haga posible una vida social a plenitud, no debe ser muy grande, su crecimiento será controlado y habrá un límite de población. Estará rodeada por un cinturón vegetal y comunidades rurales en proporción de 3 a 1 respecto a la superficie urbanizada. El conjunto, especialmente el suelo, será de propiedad pública, o deberá ser poseído en forma asociada por la comunidad, con el fin de evitar la especulación con terrenos. 
La idea de Ciudad Jardín surgió del movimiento urbanístico de las ciudades jardín fue fundado por Sir Ebenezer Howard (1850-1928). Sus conceptos sociológicos y urbanísticos se contienen en el libro titulado Ciudades Jardín del mañana, cuya versión corregida y completa apareció en 1902. La Garden City Association promovió la fundación de la primera ciudad jardín en Letchworth, a 55 km al norte de Londres, en un terreno de poco más de 1860 ha y para una población de 33 000 habitantes. La mayoría de los residentes debería de trabajar en los centros industriales de la localidad, el resto, en lugares que no distan los 15 km. Se trata de ciudades integrales, no ciudades dormitorio. 

En España, el movimiento de las Ciudades Jardín se desarrolla a partir del año 1911 tras promulgarse la ley llamada Ley de casas baratas que fue posteriormente modificada en 1921, intentando solucionar el acuciante problema de la vivienda popular, es decir, el ordenamiento para la construcción de barriadas económicas, diseñadas en teoría como ciudades satélite autónomas en lo referente a sus propios servicios colectivos, con unas garantías higiénicas mínimas y siempre buscando la proximidad a las grandes arterias de comunicación o a los grandes centros de trabajo. En casi todas las ciudades de España empiezan a surgir ciudades jardín. 

La intención de las autoridades era levantar barrios para obreros. En la creación de estos barrios jugó un papel esencial esta legislación de casas baratas de 1911 (modificada en 1921) que permitirá a los ayuntamientos a expropiar el suelo y crear este tipo de barrios en principio para la clase obrera. Se conocen como casas baratas a un conjunto de edificaciones destinadas a la clase obrera o media baja con el objetivo de suplir la necesidad de vivienda de la época. Estas casas fueron dadas en propiedad o alquiler mediante préstamos legales realizados a bajos intereses. 
Las Casas Baratas estuvieron localizadas en los alrededores de las ciudades, específicamente en aquellos lugares de poca urbanización, teniendo como meta ofrecer un lugar a los clientes caracterizados por la higiene y la sostenibilidad. Fueron realizadas con dos niveles como máximo y gestionadas mediante organizaciones públicas. 
Esto dio lugar a construcciones de ese modelo de casas unifamiliares de tamaño reducido y con pequeños jardines en ciudades como Málaga, Vitoria, Córdoba y Barcelona. 
En Andalucía destacan las levantadas en Huelva en el barrio Reina Victoria de José María Pérez Carasa y Gonzalo Aguado, en 1916. Años más tarde se intenta repetir el mismo modelo en la ciudad de Málaga donde está el barrio de Ciudad Jardín, del primer tercio del pasado siglo XX. Las obras iniciales de las primeras casas que lo formarían dieron comienzo en 1925 en las cercanías de la Avenida de la Rosaleda. En Córdoba , también aparece este barrio en la zona oeste de la ciudad. 

En Bilbao se edificó la Ciudad Jardín bilbaína entre 1923 y 1925. En Vitoria se encuentra el distrito de Mendizorroza. 

En Cantabria destacan la ciudad jardín de Santander y la Ciudad Vergel en Torrelavega y en Cataluña destacan las de Tarragona. También en Madrid entre Chamartín y La Prosperidad, Zaragoza, A Coruña  o Las Palmas.





 Casas construidas en Tarragona bajo el amparo de la ley de las Casas Baratas en 1927

Una ciudad en línea




Ante la fractura que suponía una ciudad adaptada a los intereses de los burgueses y otra a la de los obreros, surgieron propueestas para solucionarla. Entre ellas destaca la de Ángel Fernández de los Ríos que propuso una vía de ferrocarril de circunvalación que fuera por el límite del ensanche y conectara los barrios obreros con la ciudad. Esta propuesta buscaba un ordenamiento racional del espacio periférico.
Planteamiento de Ebenezer Howard sobre la ciudad jardín
En 1892 Arturo Soria público su proyecto de Ciudad Lineal, que se extendería entre las ciudades núcleo existentes. Soria se inspiró en el pensamiento de Fourier y de Fernández de los Ríos y se adelantó en seis años al movimiento de las ciudades-jardín de Howard, que vería la luz en 1898.
Siguiendo esta línea de actuación del británico, en 1894 Arturo Soria construye  en Madrid la Ciudad Lineal   en un eje  de 5 km de longitud. 

La Ciudad Lineal nace de la superación del concepto de ensanche y su objetivo era construir una ciudad nueva, saludable, que mejorase la calidad de vida de sus habitantes, vertebrada en torno a una amplia avenida central en la que el tranvía actuaba como elemento de cohesión. Se trata de viviendas unifamiliares   en solares construidos al 50%  quedando la otra mitad para zona ajardinada y huerto.  Es un intento de aunar las ventajas  del campo con las de las ciudades aprovechando los nuevos  medios de transporte, siendo este el encargado de estructurar el espacio. 

Las viviendas se pensaron desde el principio unifamiliares, con grandes extensiones de jardín, huertos y zonas verdes. En la Ciudad Lineal habría lugar para la diferencia social, no todas las casas tenían por qué ser iguales, pero a diferencia de otros proyectos, no se relegaba a los menos pudientes a lejanos suburbios, sino a una segunda o tercera fila, siempre cerca de la avenida principal y del transporte. Se basaba  en un conjunto de viviendas unifamiliares que se alinean en torno a un eje de comunicación de 40 metros de anchura y rodeadas de amplias zonas verdes y ajardinadas acompañadas de un huerto. Por la calle discurrían los servicios básicos (agua, alcantarillado, electricidad) y el transporte (ferrocarriles y tranvía).En las estaciones se planearon los centros comunitarios, comercios y servicios públicos.



La dotación de servicios como escuelas o comercios fue otro punto de atención. No solamente enunció un programa de ciudad ideal, sino que creó una compañía privada para llevarlo a la práctica. Pero en lugar de unir dos ciudades núcleo, como era la idea original, creó un anillo urbano de circunvalación que debería construirse en torno a Madrid. Los futuros habitantes podrían participar como propietarios de acciones de la entidad, en función de su capacidad económica. Un órgano de comunicación, "La Ciudad Lineal" se encargaba de difundir el proyecto y la ideología subyacente. 
El primer tramo de la Ciudad Lineal se acabó, tras superar muchas dificultades financieras en 1911. El resultado fue la creación de una zona residencial y de recreo, en la que la burguesía gustaba de pasar los meses de verano, en el actual distrito de Ciudad Lineal. La Compañía Madrileña de Urbanización, como se llamaba la creada por Arturo Soria, siguió funcionando y explotando la línea de tranvía que daba servicio a la Ciudad lineal hasta 1951, en que acabó siendo absorbida por la Empresa Municipal de Transportes (EMT). 

Ese modelo tuvo una buena acogida en Cataluña donde se plantearon al menos tres proyectos: una barriada en Barcelona, una articulación del eje Reus-Tarragona-Salou (que hubiera sido mucho más acorde con la idea inicial de Soria) y una colonia agrícola en Vilanova, que no llegaron a realizarse. 
La ciudad lineal de Arturo Soria que es una de las aportaciones más importantes a la ordenación urbanística de España, surgió en 1882 y se subraya que es una columna donde se instalan los edificios. Es una ciudad basada en la vivienda unifamiliar aislada con jardín, autosuficiente en servicios y dotaciones. Es el antecedente de la ciudad jardín. Tendrá que ser saludable y será un ámbito de unión de clases y una importante vía de comunicación.
En Madrid este proyecto sólo se ejecutó en parte en la periferia y hoy está muy modificado en la barriada del mismo nombre (ciudad lineal de Arturo Soria).

Las ciudades ensanchadas


Los planes de ensanche son una de las aportaciones más interesantes del urbanismo español en los últimos años del siglo XIX. Los ensanches tienen un punto de inflexión en 1892 cuando se dictó la Ley de ensanche que facilita la proyección de ensanches de todas las ciudades españolas.
Los ensanches consistían en la yuxtaposición de un nuevo conjunto urbano coherente, planeado de una sola vez y unido a la ciudad consolidada, pero con una morfología y estructuras propias. Con su creación se pretendía facilitar la construcción de viviendas, el crecimiento de la ciudad y el aumento de las rentas del suelo urbano. Las principales actuaciones planificadoras se aplicaron solamente en los espacios ocupados por la burguesía.
Estas actuaciones se irán introduciendo poco a poco. Primero se materializan los planes geométricos para la expansión urbana (obligatorios desde 1846); más tarde entran en vigor los planes de alineación de calles aplicados desde 1853 (que regulaban el trazado de las calles y la necesidad de que sean rectas, de una anchura determinada y organizadas en manzanas regulares); y por último, entran los planes de saneamiento que responden a las ideas higienistas sobre la salubridad en la ciudad.
Desde entonces las viviendas de los nuevos barrios se agruparon en manzanas, en torno a un patio y tenía una estética homogénea, a lo que se suman la mejora en servicios y equipamientos urbanos. Estos nuevos barrios de ampliación serán los ensanches urbanos y las actuaciones en la periferia.
Los ensanches se concibieron como áreas residenciales destinadas a la burguesía y clases medias que eran las que podían pagar el valor del suelo y de la construcción en altura.
Para realizar estos ensanches en gran medida se derribaron las murallas. El plano del ensanche responde a una serie de ideas burguesas como eran el orden (plano regular), la higiene (se dota de servicios adecuados de pavimentación, alcantarillado, agua, espacios verdes,…) y beneficios (se dota al espacio de actividades diversas (comerciales, ocio, etc…).

Los ensanches se desarrollan en planos regulares en cuadrículas con calles rectilíneas y más anchas que las del casco antiguo. El modelo más logrado de ensanche se ve en Barcelona, en donde se le da un uso residencial burgués. El ensanche barcelonés será proyectado por Ildefons Cerdá (Plan de Ildefonso Cerdá, aprobado en 1860), y en él se planifica mediante manzanas amplias, abiertas por uno o dos lados. Son casi como una auténtica ciudad nueva, y modelo de Barcelona fue el primero, y después le siguieron el de otras ciudades como el de Bilbao, Madrid o San Sebastián.
El espacio residencial se combinó con zonas ajardinadas que las posteriores necesidades de espacio irán suprimiendo y provocando un cerramiento de las manzanas y un aumento de la superficie, altura y volumen construido.
En 1861 fue rechazado por el Senado el primer borrador de ley de Ensanches, que tuvo que esperar hasta 1864 para su aprobación, seguido en 1867 del Reglamento. La influencia de esta ley en el desarrollo de los Ensanches fue determinante y contribuyó a que el resultado final se alejase de los proyectos iniciales.
Los Ensanches se convirtieron en zonas de especulación. Los propietarios de los terrenos obtuvieron beneficios fiscales, y en función de sus intereses pudieron mantener solares sin construir mientras que en otras zonas se superaba con creces la edificabilidad prevista.

El ensanche surge de las intervenciones de la burguesía que quieren dotar de un espacio propio donde este regido por el orden, regularidad y condiciones higiénicas y sobre todo para que sea lugar de obtención de beneficios económicos. El ensanche es la plasmación en el urbanismo del poder de la nueva burguesía.
La tipología del ensanche sigue un modelo de cuadrícula donde el espacio establecido es conocido como generador de renta.
En 1868 se produce el desarrollo de Madrid y Barcelona según los planes aprobados. En 1895, se promulgó la Ley de Saneamiento y Mejora de las Poblaciones, pensada para resolver los problemas de los cascos históricos.

En la Ciudad Condal, los planes para el derribo de la muralla elaborados por el ayuntamiento tropezaban con los de los ingenieros militares, que todavía se planteaban rectificar el trazado de las fortificaciones. En 1854, se autorizó, por fin el derribo de las murallas de Barcelona.
Ese mismo año, el gobierno civil encargó al ingeniero de caminos Ildefonso Cerdà la dirección de una comisión para levantar el mapa topográfico y estudiar el ensanche de la ciudad. Cerdà se dedicó de lleno desde 1849 a la urbanización. Su aportación teórica se recoge en el manual "Teoría General de la Urbanización", de 1867.
El ayuntamiento convocó en 1857 un concurso en el que se establecía que el ensanche sería ilimitado. El proyecto de Ildefonso Cerdà fue el elegido por el gobierno central.

El 31 de mayo de 1860 se publicó el decreto de puesta en marcha del proyecto de ensanche de Cerdà quien planteó su ensanche como una ciudad completamente nueva, no articulada en torno al casco antiguo.
Su característica principal es el trazado ortogonal uniforme, con tres ejes oblicuos (Diagonal, Meridiana y Paralelo) que facilitan su recorrido.
La unidad básica del Ensanche es la manzana de 113 metros de lado y achaflanada en sus esquinas, de manera que se crean pequeñas plazas en los cruces. Se preveían cuatro anchuras de calle (20, 30, 50 y 100 metros), la existencia de jardines en el interior de las manzanas y una edificabilidad mucho menor que la que finalmente se autorizó.

La uniformidad en el trazado, convierte al proyecto de Cerdà en una ciudad sin segregación social, aunque la realidad se acabaría imponiendo en su desarrollo.
Es comprensible que el proyecto de Cerdà resultase extraño para sus contemporáneos, pero el tiempo acabó por darle la razón, ya que la ciudad nueva se constituye en el Ensanche de Barcelona, demostró su idoneidad para la evolución de una urbe industrial y cosmopolita.
 Dentro de la Ley de Saneamiento y Mejora, se incluye el plan Baixeras para Barcelona (1889). Cerdà había previsto la apertura de vías sobre el viario antiguo, pero el rechazo de los propietarios imposibilitó su realización. El plan Baixeras también topó con la misma oposición, tras muchas demoras, se finalizaron las obras de la Vía Layetana en 1913.



En la misma época se planteó la necesidad del ensanche de Madrid. En 1857 el Ministerio de Fomento ordenó el estudio de un futuro Ensanche, cuya dirección fue encomendada a Carlos María de Castro, ingeniero al igual que Cerdà.

La memoria del plan se publicó en 1860, como en el caso de Barcelona. El ensanche de Castro se asemeja al de Cerdà en el trazado ortogonal y en no prolongar la ciudad histórica sino en constituirse en una ciudad nueva por el este y el norte.

La ciudad de Castro estaba segregada socialmente desde el principio, con su barrio aristocrático en el eje de la Castellana, zona burguesa en el actual barrio de Salamanca, y barrios obreros como Chamberí o el situado al sur del Retiro. El conjunto se cerraba por los actuales paseos de ronda, en paralelo a los cuales discurría un foso, con funciones fiscales y defensivas.

Fruto de la misma Ley de Saneamiento y Mejora, es el plan para construir una gran vía transversal en Madrid, para dotar a la ciudad vieja del eje este-oeste del que carecía. Ya en 1866 Carlos Velasco Peinado había propuesto una solución que como casi siempre fracasó por la imposibilidad de expropiar los terrenos. La ley de 1895 intentaba resolver dicha dificultad y el resultado fue la creación de la Gran Vía figuraba en el Plan General de Reforma de Madrid de López Salaberry y José Urioste (1905).

El nuevo eje debía servir para dotar a la ciudad de una avenida comercial. Empezado el proyecto en el breve mandato del alcalde Nicolás de Peñalver y Zamora (conde de Peñalver), completar el trazado llevó cuatro décadas.


Bilbao tenía el problema de que su término municipal era exiguo. En 1861 recibió la autorización para confeccionar un plan de ensanche, que se encomendó al ingeniero Amado Lázaro, pero este proyecto no fructificó y hubo que esperar a 1873, a un plan nuevo elaborado por el arquitecto Achúcarro y los ingenieros Alzola y Hoffmeyer.
 Ensanche de la ciudad de Bilbao / Bilbo 


El ensanche bilbaíno se hizo en el margen izquierdo de la ría, sobre el terreno en el que Pérez diseñó el Puerto de la Paz. La ciudad nueva se desarrolla como un damero en torno a una plaza elíptica de la cual parten ocho calles radiales, configuración influida sin duda por la plaza de L'Ètoile parisina. El crecimiento de la ciudad hizo que en pocas décadas el ensanche resultase insuficiente.
También San Sebastián, se vio en la necesidad de construir un ensanche, labor que se encomendó a Antonio Gortázar. Su proyecto estuvo muy influido por el modelo de Cerdà.
Ensanche de la ciudad de San Sebastián / Donosti
De igual forma, es muy notable la impronta del plan Cerdà en los ensanches de Tarrasa y Sabadell. Vitoria y Pamplona también construyeron importantes ensanches o Gijón en 1867.
En 1904, León desarrolló su ensanche, como respuesta a la incapacidad del casco antiguo de la ciudad de acoger a la creciente población de la ciudad, que aumentaba a gran velocidad desde la llegada del ferrocarril. La planificación del ensanche se realizó hacia el río Bernesga, para unir el casco histórico con el río y las instalaciones ferroviarias, al otro lado del río.
También hay unos espacios como los conjuntos suburbiales dedicados a las casas del proletariado, se ocupa por los emigrantes del pueblo rural. Habría un modelo dual: ensanches y suburbios. Esto llevó a una problemática ligada a las condiciones de vida de los arrabales por lo que fueron focos de enfermedad.

El ensanche en Córdoba está representado por la Avenida del Gran Capitán,  hoy boulevard de carácter peotonal. La avenida del Gran Capitán se planteó como parte del ensanche de Córdoba destinado a la burguesía de la ciudad. Este paseo se inicia con un eje central peatonal , ajardinado en sus bordes en el año 1859.
En dicha avenida se localizan algunos edificios de referencia cultural como es el Gran Teatro de Córdoba. Su construcción se llevo a cabo en los terrenos del desamortizado Convento de San Martín, siendo una obra del arquitecto Amadeo Rodríguez. En el exterior, destaca su fachada principal, que da a la Calle Alegría, así como la lateral que se asoma a la Avenida del Gran Capitán.
Al final de la Avenida y del ensanche se llegaría a la Antigua Estación de Córdoba. Su construcción fue la primera estación permanente de Andalucía ya que hasta entonces todas las demás se habían realizado de manera provisional. En 1865, el Ministerio de Fomento solicitó a la "Compañía del Ferrocarril de Córdoba a Sevilla", propietaria de la línea férrea, que construyera una estación permanente, recibiendo el proyecto el visto bueno en octubre de 1866.