España está
perdiendo su recurso más valioso: las personas. Somos menos y cada vez más
viejos. España tenía
cerca de 15,5 millones de habitantes en 1857, año del primer censo moderno
disponible, y en 2012, la población alcanzó su máximo histórico, con 46,8
millones. A partir de entonces, ha empezado a perder población.
A 1 de enero
de 2014, el capital demográfico de nuestro país había disminuido ya en más de
300.000 personas, hasta poco más de 46,5 millones. Todo esto queda reflejado en
los movimientos naturales, es decir, aquellos que dependen
exclusivamente de la natalidad y la mortalidad, pero también en el crecimiento
real de la población, en los que, además de tener presentes la natalidad y la
mortalidad, hay que incluir los movimientos migratorios, o sea, el
desplazamiento de la población.
El saldo
migratorio comenzó a ser negativo en 2010 y situándose en cifras negativas,
pues han sido más los que abandonaron nuestro país que los que entraron. La
mayor parte de los que se marchado son inmigrantes que, cuando la situación
económica ha empeorado han regresado a sus países de origen. Sin embargo,
también ha habido miles de españoles que han salido al exterior a buscar
un futuro que la crisis y los altos índices de paro de los últimos años no les
dejaban ver claro.
En cualquier
caso, España tiene otros problemas demográficos más profundos, menos
coyunturales, que no solo dependen de que la economía y cuyas consecuencias a
medio y largo plazo pueden resultar devastadoras: la caída de la natalidad y
el envejecimiento de la población.
Dichas
referencias a la vida y a la muerte, pero también a la movilidad dentro uy
fuera de un país, aparecen recogidas en las estadísticas del Instituto Nacional
de estadística (INE). Este estudio estadístico, conjuntamente con el documento conocido
como censo de población* y con el padrón municipal* son los que aportan más
información de las diferentes dinámicas poblacionales de un país, pero también
sobre la diferente estructura existente por comunidades autónomas o incluso de
una provincia.
Los datos
censales que reflejan esa dinámica poblacional hacen referencia a conceptos
tales como la natalidad, la fertilidad, la nupcialidad, la mortalidad,
la mortalidad infantil o la esperanza de vida. La diferencia entre unos y
otros dará lugar al crecimiento vegetativo o natural de la población
española. Por lo tanto, y antes de desarrollar el tema parece necesario en
un primer momento identificar y definir esos conceptos básicos de la
demografía.
Referencia a los datos básicos recogidos censo de población
y en un padrón municipal
La natalidad se define
como el número de nacimientos que se producen en una población y en un tiempo
concreto. Se entiende por natalidad el número de nacidos en un territorio
(localidad, país, provincia) como cifra absoluta, frente al concepto de tasa bruta de natalidad (Tbn) que se
centra en el número de nacidos vivos por cada mil habitantes.
La Tasa bruta de
natalidad ha variado con el tiempo y es diferente dentro del. Por ejemplo, en
España para el año 1976 presentaba una tasa de natalidad de 19,7 por mil ,
mientras que en 2014 era de 9,7 por mil. Las diferencias son constatables por
CC.AA, ya que 2014 las tasas de natalidad más bajas de España eran las del Principado de Asturias (6,28‰), Galicia (7,17‰) y Castilla
y León (7,11‰). En el otro extremo se hallan la Región de Murcia (11,02‰), Cataluña (9,64‰), la Comunidad de Madrid (10,22‰) y Andalucía
(9,71‰), además de las ciudades autónomas de Ceuta (12,85‰) y Melilla (18,04‰). Una
tendencia a la baja visible desde 2007.
Vinculado
a la natalidad se encuentra el concepto de
fecundidad. Esta
es la
relación existente entre el número de nacidos y el número de mujeres en edad
fértil (mujeres entre 15 y 49 años). La fecundidad media o Indicador Coyuntural
de fecundidad (o número medio de hijos por mujer) en España para el año 2014 es
de 1´27 hijos por mujer (frente a los 2,8 que había en 1976).
A su vez este
concepto se vincula al de reemplazo generacional.
Este es el número de hijos necesarios para
asegurar el reemplazo entre generaciones. Para conseguir el reemplazo generacional,
y que no se pierda en un futuro población (o se produzca un envejecimiento
poblacional) se requiere que se toda mujer tenga, al menos, 2’1 hijos.
Uno de los
datos que se incluyen en el censo de población y en el padrón municipal y que
es tomado como una referencia de relevancia por el INE es la nupcialidad. La nupcialidad se refiere al
matrimonio como un fenómeno poblacional, incluyendo su cuantificación, las
características de las personas unidas en matrimonio y la disolución de esas
uniones, mediante el divorcio, la separación, la viudez y la anulación. La tasa de nupcialidad, o tasa bruta de nupcialidad es el número de
matrimonios por mil personas en un año determinado. Esta tasa se calcula
utilizando el número de matrimonios, no el número de personas que se casan, e
incluye tanto las primeras como las segundas nupcias. Según el INE cada vez son menos los
que se casan y más mayores. La tasa bruta de nupcialidad a 3,3 matrimonios por
mil habitantes, mientras que la media se situó en 37,3 años para los hombres y
34,1 para las mujeres. En el 18,1% de los matrimonios celebrados con cónyuges
de distinto sexo, al menos uno de ellos era extranjero y del total de
matrimonios registrados, un 2% (3.102) correspondieron a parejas del mismo
sexo.
Por su parte, la edad media a la
maternidad continúa ascendiendo y alcanza ya los 32,2 años para el año 2014.
Frente a
estos conceptos ligados a la natalidad existen otros que lo contrarrestan
vinculados con la mortalidad. El primero es el concepto de Mortalidad que se
define como el número de defunciones o muertes que se producen en
una población y en un tiempo concreto. Se entiende por mortalidad el número de
fallecidos en un territorio (localidad, país, provincia) frente al
concepto de tasa bruta de fallecidos que se
centra en el número de muertes por cada mil habitantes. En la actualidad en
España hay 8,3 defunciones por mil
habitantes, frente a los 8,6 de 2012.
Importante es
también el concepto de mortalidad infantil que se define
como la relación existente entre el número de fallecidos antes de
cumplir el primer año de edad y los nacidos vivos durante ese año. En la
actualidad en España la tasa de
mortalidad infantil se situó por primera vez por debajo del 3 por mil (2,8).
Vinculado a este aparece el concepto de esperanza de
vida, es el promedio de años que se calcula que puede llegar a vivir un
recién nacido. En la esperanza de vida existen enormes diferencias entre
sexos ya que es mayor en mujeres que en hombres. De acuerdo
con el INE, la esperanza de vida es la
mayor de la serie histórica con 82,8 años (80 años para los hombres y 85,6 para
las mujeres).
El crecimiento natural o vegetativo de la población se define como la
diferencia entre el número de nacimientos y defunciones que se produce en un
lugar / Estado, Comunidad Autónoma, Provincia, barrio, etc…). En España el ritmo de crecimiento a lo largo
del siglo XX no ha sido uniforme.
La conjunción de los datos proporcionados
tanto por las tasas vinculadas con la natalidad y las procedentes de la
mortalidad nos proporcionan el régimen demográfico. En este caso veremos a
continuación que desde 1900 al año 2012 España pasó de un régimen demográfico
antiguo al actual que es manifiestamente moderno.
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