Cuando se analiza los movimientos naturales o dinámica natural de la
población en el tiempo se habla de los regímenes demográficos. Éstos
responden siempre a tres etapas que son:
- la primera, el régimen demográfico antiguo que se caracterizaba por un crecimiento natural bajo, al presentar unas altas tasas de natalidad y unas altas tasas de mortalidad, presentándose esta última a veces de carácter catastrófica;
- la segunda, es la fase de transición demográfica que casi siempre presenta dos fases internas (en la primera se produce una caída de la mortalidad, mientras que en la segunda se produce una reducción de la natalidad);
- y una tercera, el llamado régimen demográfico moderno caracterizado por unas tasas muy bajas en la natalidad y la mortalidad.
Fase I: El régimen demográfico antiguo se caracteriza por presentar tasas de natalidad y de mortalidad que
alcanzan el 40 %º se mantiene en España hasta los inicios del siglo
XX.
Esta primera fase
correspondiente al Régimen demográfico tradicional o antiguo,
alcanzaría en España hasta 1900 y presentaría una demografía
estacionaria. Las características que presentaba este régimen
demográfico serán las comunes: unas altas tasas de natalidad, unas altas tasas
de mortalidad, siendo la mortalidad infantil especialmente elevada y, por
lo tanto, un crecimiento natural lento.
Como se ha señalado la tasa
de crecimiento natural era baja dada la alta natalidad y la alta mortalidad, siendo
el elemento más característico del ciclo demográfico antiguo la influencia
que tenía la mortalidad catastrófica debida a epidemias y hambrunas que
mermaba a la población de este país. Esta sobremortalidad provocaba
además una baja natalidad en las generaciones posteriores. El número de
habitantes de un país estaba directamente relacionado con la situación
económica de España, un país marcadamente agraria a inicios del siglo XX.
Las tasas de natalidad antes del año 1900 eran altas. Las razones se encuentran en el
predominio de una economía y una sociedad rural en la que un hijo o una hija es
considerado una inversión (los hijos trabajan para la familia a una temprana
edad, son baratos de mantener y podrían cuidar en un futuro de los mayores).
Igualmente la explicación se debe a la inexistencia de sistemas eficaces
de control de natalidad, siendo el único el retraso en edad de matrimonio. El
modelo de matrimonio para ese momento es tardío, pues las mujeres solían
casarse más tarde de los 21 o 23 años, y en algunos casos más tarde de los 25.
Los hombres en torno a los 25. Con este sistema, el total de hijos nacidos no
superaba los 8, de los que sólo sobrevivían al matrimonio entre 3 y 5.
La mortalidad en el ciclo demográfico antiguo es muy alta sobre todo la mortalidad
infantil. Pero más importante que la mortalidad ordinaria es la mortalidad
catastrófica. La mortalidad en esta época es alta por el bajo nivel de
vida (dieta escasa, desequilibrada), las enfermedades infecciosas transmitidas
por aire y agua, el atraso médico y la falta de higiene privada y
pública.
A finales del siglo XIX se produce en España un incremento de la población. Este se debe fundamentalmente a tres causas:
una mayor fecundidad, un aumento en la esperanza de vida y el cese de migraciones
a América. A finales del siglo, los índices de mortalidad infantil están en el
20‰, y los de natalidad se situaban en torno al 34‰. La tasa de crecimiento
vegetativo era del 0,9%.
A pesar de todos los
problemas, a finales del XIX se había iniciado la transición demográfica con la
disminución de la mortalidad ordinaria y el mantenimiento de la fecundidad.
Sólo hacía falta que la mortalidad catastrófica y la emigración dejase de
actuar.
Fase II: La transición demográfica española. La dinámica de población entre los años 1900 y 1975.
A pesar de todos los problemas, a finales del XIX se había iniciado la
transición demográfica con la disminución de la mortalidad ordinaria y el
mantenimiento de la fecundidad. Sólo hacía falta que la mortalidad catastrófica
y la emigración dejase de actuar. Entre los años 1900 y 1975 se
aprecia un descenso constante de la mortalidad, así como un descenso
suave y discontinuo de la natalidad. Todo ello dio lugar a un alto
crecimiento natural, sobre todo en los años 60.
En el siglo XX el descenso de las tasas de mortalidad y fecundidad se
aceleran, entrando España de lleno en la transición demográfica. El contexto
internacional y el desarrollo que se inicia en la España del primer cuarto
del siglo XX ayudan. Por ejemplo, la bonanza económica que trajo la primera
guerra mundial a España permitió que se iniciase la transición demográfica de
una manera definitiva, sumándose igualmente el hecho de que la contienda
europea provocara la detención de la emigración española , tanto a Europa -por
la guerra- , como a América -por la ofensiva en el mar-. A pesar de todo
el aumento de la población no siempre irá ligado a la economía española,
pues esta no es capaz de absorber los nuevos contingentes de trabajadores. Todo
ello aumentara el paro hasta convertirse en algo crónico en España,
generándose una dinámica emigratoria hacia las ciudades y el extranjero sobre
todo entre la década de los cincuenta y setenta.
Con respecto a la natalidad se produce una disminución suave y
oscilante de la natalidad. En los años veinte se produce una recuperación
de la natalidad. Entre 1930 – 56 se aprecia un descenso de la natalidad por
razones políticas y económicas. Entre 1956- 65 se produce el mayor aumento de
la natalidad dándose el fenómeno conocido como “baby boom”. En
España, el baby boom se produjo con diez años de retraso con respecto al resto
de Europa Occidental y Estados Unidos.
Por el contrario, entre 1965 -75 hay una fuerte reducción
natalidad por éxodo rural y problemas de vivienda. También se reduce la
fecundidad, a pesar de las políticas natalistas del régimen de Franco.
Desde 1914 viene reduciéndose esta tasa, y sólo entre 1957 y 1966 se dan
valores más altos, al calor de la bonanza económica. Las tasas de fecundidad
mantienen la tendencia a la baja, en torno al 12‰, no sólo por la inclinación
secular de la transición demográfica, sino también porque la emigración afecta
a la población masculina joven, que se casa más tarde. A partir de 1975 se dan
los valores más bajos. La transición demográfica desde el punto de vista de la
natalidad había terminado.
Con respecto a la mortalidad se produce una disminución notable y
constante de la misma. La mortalidad continúa reduciéndose, salvo en
episodios como la epidemia de gripe de 1918-20 y la guerra civil (1936-39). La
mortalidad afectaba más a las clases pobres. Esto va a ser así hasta que
1963 se generaliza la sanidad pública y se crea la Seguridad Social.
Aspecto importante también es que la crisis de posguerra desaparecen
definitivamente las crisis de subsistencia. Pero los éxitos más notables en la
mortalidad se consiguen en la reducción de la mortalidad infantil que,
aun siendo alta, a principios de los 70, baja espectacularmente. La tasa de
mortalidad está en torno al 6‰. Las causas son variadas y se encuentran
en los avances médicos y sanitarios (vacunas, antibióticos, aumento de
clínicas, aumento de sanidad pública y privada), el aumento del nivel de
vida con una dieta más equilibrada), el incremento del nivel educativo y
cultural o la prevención y la disminución de la mortalidad infantil
(pediatras, alimentos, cuidados maternos).
El mantenimiento de estas tasas de natalidad se hizo mientras que las tasas
brutas de mortalidad seguían disminuyendo (un 11,4‰ en 1951, un 8,4‰ en
1965, un 7,77‰ en 1981) con lo que el saldo vegetativo fue superior al 10‰
en todos los años del periodo. El crecimiento vegetativo fue entonces importante,
continuo y largo en el tiempo, siendo el más importante de la historia moderna
de España (hasta entonces, crecimientos vegetativos interanuales continuados de
más del 9‰ sólo se habían dado entre 1921 y 1935).
Fase III: La fase actual (1976
a 2014). El régimen demográfico moderno o actual.
La población española a partir de 1975
Desde 1976, el hundimiento de la tasa de
fertilidad provocó un freno en el crecimiento de la población española,
llegándose a prever la amenaza de un crecimiento negativo para el 2030. Sin
embargo, la llegada masiva de inmigrantes desde finales de los noventa ha
permitido un nuevo despegue en el número de habitantes del país. De hecho,
este fenómeno migratorio ha provocado una tasa de crecimiento natural importante,
en torno al 1,7% anual desde el 2001, más bien propia de países africanos o
asiáticos.
Evolución de la población española
El régimen demográfico moderno o actual se caracteriza por unas bajas tasas de
natalidad y mortalidad, con un crecimiento natural reducido. En la
actualidad se acerca al crecimiento cero, lo que ha hecho envejecer a la
población española de manera alarmante.
Una característica de este periodo es que la población ha envejecido
prematuramente por el rápido descenso de la fecundidad.
Este fenómeno se inicia en 1930. Para 1950 la población era
mayoritariamente madura. Se rejuvenece levemente en los años 60, pero en los 70
y los 80 el envejecimiento ha sido espectacular. Este fenómeno tiene mayor
incidencia en las regiones más despobladas, ya que han emigrado los jóvenes y
regresan los jubilados en busca de tranquilidad y retiro.
Además del
envejecimiento las razones se encuentran en las bajas tasas de natalidad y
de mortalidad.
Las bajas tasas de natalidad son notables desde 1975. El hundimiento de la natalidad se inicia en 1975. Para el 2003
la Tbn era de 10’5 %o, creciendo en 2006 hasta 10'96 %o. Para 2006 la Tasa de fertilidad era
1’38 hijos por mujer. Con todo, el mínimo se alcanzó en 1998 (1´15
hijos / mujer), dándose la tasa de fecundidad más baja del mundo. Por
contraste, la tasa de fecundidad en 1900 era de 4’4 hijos por mujer. Desde 2001 esa
tasa ha ido en aumento pasando a 1’23 hijos por mujer, tasa que se mantuvo
hasta el 2003. En la actualidad, enero de
2015, el número de hijos por mujer es de
1´27 hijos por mujer, un ligero descenso con respecto a
los años anteriores - 1,38 (2010) y 1,39 respecto
a 2009.
En 1976, la tasa bruta de natalidad era de 18,7,
mientras que el pasado año se redujo hasta 9,1. Así mismo, frente a los más de
677.000 bebés llegados al mundo en 1976, en 2014 se registraron 425.390.
Las causas de esa drástica reducción son varias. Las razones se encuentran
en factores económicos, en el cambio de
mentalidad y en el aumento del nivel de vida y cultural.
Los factores económicos tienen su inicio en la crisis de 1975, motivada por el incremento del paro
en España a raíz de la crisis del petróleo de 1973, la que inició el retraso en
la edad del matrimonio al no encontrar trabajo. A ello se le suma el paro, el
retroceso de nupcialidad, el precio de las viviendas, o los trabajos en
precario.
Desde los años 80 la situación socioeconómica no ha mejorado en el sentido
fatalista debido a que los contratos laborales se han convertido en
precarios; el alto precio de compra y alquiler de viviendas dado el clima
de especulación que ha habido en España especialmente en la década de los 80 y
sobre todo desde 1998 hasta el año 20007; igualmente la incorporación de
la mujer al trabajo así como la escasez de puestos de trabajo a tiempo parcial
o la existencia de guardería caras y una nula ayuda a la familia por
parte de los Gobiernos de España. El retraso en la edad de la maternidad, cerca ya de
los 32 años de media, la extensión de los anticonceptivos y del aborto, la disminución
de matrimonios y el aumento de las rupturas, así como la falta de políticas
decididas de apoyo a la familia, son algunos factores que han contribuido a
reducir el número de hijos por pareja.
El cambio de mentalidad se inicia igualmente en 1975. Tras la muerte de Franco en 1975 se aprecia
una disminución progresiva de la influencia religiosa. Igualmente a la muerte
del dictador los gobiernos democráticos aprobaron el uso de anticonceptivos y
la despenalización del aborto en determinados supuestos. Por otro lado, la
nueva mentalidad dio paso a la liberalización de la mujer y con ello a la
incorporación de la misma al mercado laboral. Igualmente no es extraño ya
encontrar a parejas sin hijos, así como formas de vida distintas al matrimonio
y menos prolíficas: cohabitación, hogares monoparentales, madres
solteras...Otras razones que inciden son la edad media elevada a la hora de la
maternidad, ya que la edad media de la mujer para tener su primer hijo era en
el 2008 de 31 años. Para 2011 la edad media a la maternidad continúa
ascendiendo y alcanza ya los 31,3 en junio de 2011.
El tercer factor vinculado con el aumento
del nivel de vida y cultural es uno de los aspectos más destacados. Desde
1975 fue el aumento del nivel de vida y la respuesta común a esto: Menor número
de hijos para darle más bienestar, así como mejor calidad de vida a menos
gastos, como los que se llevan los hijos.
Los nacimientos no aumentaron en ninguna comunidad e
incluso se ha reducido la aportación que a la natalidad procedente de la fertilidad de las madres extranjeras en descenso desde 2008. El aporte que la inmigración exterior ha estado
haciendo a la natalidad durante el periodo de expansión económica se ha
reducido en estos últimos años como consecuencia de la crisis económica que les
ha obligado a retornar a sus países de origen, o a reducir el número de hijos. Por
otra parte, el porcentaje de nacidos de madre no casada prosigue su continua
tendencia creciente y alcanza, en 2010, un nuevo máximo de 35,5% (34,4% en el
caso de las españolas y 39,9% en el caso de las extranjeras).
Otra de las características del régimen demográfico actual en España es la
de presentar unas bajas tasas de mortalidad. También los fallecimientos descendieron en todos los
territorios de España, con la excepción de Ceuta, donde aumentaron un 8,4%. Los
mayores descensos se localizaron en Murcia (5,7 %), en La Rioja (5,0 %) y en Baleares
y Castilla-La Mancha (4,9 %). De hecho, el crecimiento vegetativo de la
población, es decir, la diferencia entre los nacimientos y las muertes, se
redujo un 30,7 % en 2014 hasta situarse en 36.181 personas, el saldo más
bajo registrado desde al año 2000.
Las razones se pueden explicar por el descenso de la mortalidad está el descenso de la mortalidad femenina
asociada al parto, al descenso de la mortalidad infantil y al aumento en la
esperanza de vida. La mortalidad afecta,
por géneros, más a los hombres que a las mujeres. La esperanza de vida es la mayor de la serie histórica
con 82,8 años (80 años para los hombres y 85,6 para las mujeres). La tasa bruta de mortalidad se
situó en 8,3 defunciones por mil habitantes, frente a los 8,6 de 2012. Esta
tasa va en aumento desde 1981 debido al envejecimiento de la población.
En 2014, la esperanza de vida al nacimiento de los
hombres y de las mujeres españoles es de 85 años de media, siendo en
mujeres la segundo de mundo, - Japón estaría en primer lugar con 87 años , y el
décimo, en referencia a los varones.
Mapa de mortalidad por CC.AA en 2007
Las razones se encuentran en determinados factores como son la mejora
de los recursos sanitarios y los avances médicos; la mejora de los recursos
socioeconómicos sobre todo en la alimentación y en la combinación de distintos
factores. Por otro lado, es de destacar la importancia que aún tiene en España
las llamadas tres “C”: Enfermedades cardiovasculares, el Cáncer y
los accidentes de carretera. Otros elementos a tener en cuenta son
el avance del número de personas afectadas por el Alzheimer (hay más viejos y
los accidentes de trabajo. Todo ello ha permitido el aumento en la esperanza de
vida, siendo esta mayor en las mujeres y mayor cuanto más cualificado es
el empleo.
Siete comunidades autonomas tienen ya un saldo
vegetativo negativo, es decir, hubo más defunciones que nacimientos. El País
Vasco es la novedad en este grupo de autonomías con saldo negativo, del que en
2012 ya formaban parte Galicia, Castilla y León, Asturias, Aragón, Extremadura
y Cantabria.
Las tasas de mortalidad más elevadas son las del
noroeste: Asturias, con 12 muertes por cada mil habitantes; Galicia, con 11,1,
y Castilla y León, con 10,9. Esas tres autonomías son las que presentaron un
saldo vegetativo más negativo, en especial Galicia, donde las muertes superaron
en 10.701 a
los nacimientos, por 9.603 de Castilla y León y 6.051 de Asturias.
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