Belchite (Zaragoza), un pueblo devastado por la Guerra Civil.
Tras finalizar la Guerra Civil Española comienza el conocido como período de la autarquía y durante el mismo se inicia un proceso de elaboración de la formulación conceptual parejo a la institucionalización administrativa del planeamiento urbanístico que culmina en 1956 con la progresista Ley del Suelo de España.
Los años que van desde el 1939 a 1959 se conocen como los años de la autarquía económica. Esta autarquía y limitación también la vemos en el campo del urbanismo, pues la tasa de urbanización era todavía muy escasa ya que únicamente un 40% de españoles son habitantes de municipios de más de 10.000 habitantes.
Las condiciones de la postguerra no eran óptimas dados los efectos de la guerra civil en las ciudades y a la incapacidad de relanzar el fenómeno urbano así como a la imposibilidad de asegurar unas condiciones mínimas en la ciudad. Es una situación de declive llamada "etapa de la miseria urbana". A partir de aquí se inicia un intervencionismo total.
A pesar de la creación del INI (Instituto Nacional de Industria) que actúa sobre proyectos industriales en ciudades medias (50.000 habitantes), lo cierto es que inicialmente el franquismo se centra en el medio rural y , en todo caso, en hacer frente a los efectos devastadores de la Guerra Civil (1936-1939).
Es cierto que alguna actuación sobre las ciudades y vinculadas con el INI- por medio de la empresa Calvo Sotelo- se acometen en ciudades pequeñas como Puertollano (Ciudad Real) o en el área metropolitana de Madrid, en concreto en los polígonos industriales de Villaverde o de San Fernando de Henares.
Sin embargpo, lo más significativo es la creación, un año antes de que acabara la guerra - en 1938- del Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones con una finalidad de reconstrucción para paliar los efectos
de la guerra.
Al año siguiente, 1939, se crean muchos organismo que pretenden estimular la creación de viviendas tanto en la ciudad como en pueblos como son el Instituto Nacional de la Vivienda, la Dirección General de Regiones Devastadas, Dirección General de Arquitectura y Junta de Reconstrucción de Madrid o el Instituto Nacional de Colonización o los inicios de planes de viviendas
comarcales y provinciales.
Facultad de Agrónomos en la Ciudad Universitaria (Madrid)
Para 1940 se generalizan en las ciudades la redacción de los Planes General de Ordenación Urbana (PGOU) - llamados en quel momento Plan General- en muchas ciudades como Madrid, Toledo, Cuenca o Palma de Mallorca.
Se actúa en aquellos lugares donde la guerra se ha dejado sentir. Se legisla sobre las expropiaciones, las exenciones de impuestos y los créditos baratos. Pero la transformación urbana en los años cuarenta es poco significativa.
Se actúa en aquellos lugares donde la guerra se ha dejado sentir. Se legisla sobre las expropiaciones, las exenciones de impuestos y los créditos baratos. Pero la transformación urbana en los años cuarenta es poco significativa.
Igualmente durante la dictadura franquista se toman decisiones
legislativas de importancia como son la Ley del Suelo y Ordenación
Urbana (1956) que revisa los planes anteriores y supone la intervención
del Estado en materia urbanística y un intento de crear instrumentos
de lucha contra el caos urbanístico y la especulación. Con esta ley el
suelo se divide en tres categorías: urbano (que permitía solicitar la
licencia para edificar), de reserva urbana (que indicaba la dirección
del crecimiento urbano) y rústico (donde se admitía cierta
edificabilidad, lo que permitió crear muchas segundas residencias). Pero
apenas tuvo aplicación en la práctica.
Poco tiempo después la fisonomía de la ciudad, teniendo en cuenta la normativa de los planes generales de ordenación urbana que provienen de la regulación del suelo del año 1956 y que en teoría busca el equilibrio territorial y la construcción de ciudades con polígono de edificación abierta, y bien equipados y comunicados se encuentra con una realidad diferente.
La razón de este desajuste está en la aparición de dos fenómenos en los 50 como son la aparición del inversor entendido como un agente profesional que adquiere suelo y construye viviendas, y la extensión de la idea de barriada o suburbios que colonizan los extrarradios de las ciudades y que son ocupadas por personas que trabajan en la industria. Algunas de estas últimas surgen como un asentamiento marginal, en muchos casos serán ilegales o con insuficientes condiciones de salubridad.
Igualmente este desarrollo urbano de los años sesenta se basaba igualmente en el desarrollo industrial y en un incipiente desarrollo turístico. En concreto, y vinculado con este sector la Ley de Zonas de Interés Turístico Nacional (1963) que fomenta un desplazamiento hacia el litoral costero respecto del interior y favorece el desarrollo y crecimiento urbano de las áreas costeras pensado para el turismo. Igualmente importante será el periodo que va desde 1961-1976 ya que se aplica en el Plan Nacional de la Vivienda que genera la aprobación y revisión de Planes Generales en numerosas provincias españolas.
Lo cierto es que la ley del suelo se supeditó a los intereses de los grupos de promotores. Los agentes económicos que tenían suelo y capital se lucraban. Este importante crecimiento urbanístico se trasladó a la morfología urbana con grandes complejos residenciales asentados en la periferia y serán para la clase media. También está el fenómeno de los suburbios que se incrementa.
Poco tiempo después la fisonomía de la ciudad, teniendo en cuenta la normativa de los planes generales de ordenación urbana que provienen de la regulación del suelo del año 1956 y que en teoría busca el equilibrio territorial y la construcción de ciudades con polígono de edificación abierta, y bien equipados y comunicados se encuentra con una realidad diferente.
La razón de este desajuste está en la aparición de dos fenómenos en los 50 como son la aparición del inversor entendido como un agente profesional que adquiere suelo y construye viviendas, y la extensión de la idea de barriada o suburbios que colonizan los extrarradios de las ciudades y que son ocupadas por personas que trabajan en la industria. Algunas de estas últimas surgen como un asentamiento marginal, en muchos casos serán ilegales o con insuficientes condiciones de salubridad.
Al año siguiente, en 1957 se crea el Ministerio de la Vivienda con delegaciones en todas las provincias españolas.
El
mayor crecimiento urbano en España coincide con la década de los
sesenta, conforme el franquismo entra en la fase desarrollista, en las
que las ciudades españolas iniciaron un enorme crecimiento debido al
aumento natural de la población y a la reactivación del éxodo rural. Los años 60 son de auténtica explosión urbana asociada a la modernización económica, al crecimiento industrial y de servicios, crecimiento demográfico y llegada de inmigrantes. Esto condicionó notablemente a las ciudades españolas que ven como
aumenta el terreno para urbanizar con edificación masiva.Igualmente este desarrollo urbano de los años sesenta se basaba igualmente en el desarrollo industrial y en un incipiente desarrollo turístico. En concreto, y vinculado con este sector la Ley de Zonas de Interés Turístico Nacional (1963) que fomenta un desplazamiento hacia el litoral costero respecto del interior y favorece el desarrollo y crecimiento urbano de las áreas costeras pensado para el turismo. Igualmente importante será el periodo que va desde 1961-1976 ya que se aplica en el Plan Nacional de la Vivienda que genera la aprobación y revisión de Planes Generales en numerosas provincias españolas.
Lo cierto es que la ley del suelo se supeditó a los intereses de los grupos de promotores. Los agentes económicos que tenían suelo y capital se lucraban. Este importante crecimiento urbanístico se trasladó a la morfología urbana con grandes complejos residenciales asentados en la periferia y serán para la clase media. También está el fenómeno de los suburbios que se incrementa.
Barriada del Zumbacón (Córdoba)
Es en estos momentos en que se aprecia que en paralelo al crecimiento económico y surge el fenómeno de las áreas metropolitanas en
Madrid, Barcelona y Bilbao con relaciones de las ciudades con su
periferia. Este crecimiento de áreas metropolitanas sorprendió al
gobierno y el crecimiento fue desordenado con ausencia de normativa en
gestión o servicios. En el primer lustro de los 70 el crecimiento demográfico se estanca por la crisis económica. En 1970 se intentó luchar contra el crecimiento en forma de mancha de aceite de algunas grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla) mediante la creación de polígonos de descongestión en las vías de acceso a la ciudad.
En estos 70 la ciudad adquiere otro
cariz en el que la preocupación del ciudadano empieza a contar y surge
una nueva situación por el traspaso de competencias. Coincidiendo con el desarrollismo van apareciendo en las ciudades españolas una nueva trama urbana, una nueva morfología así como una nueva realidad en la estructura de las ciudades ya que la extensión urbana hace difícil determinar los límites de la ciudad.
Surge entonces la franja periurbana o suburbana, en la que se mezclan usos del suelo y formas de vida propios del campo y de la ciudad.
Por otro lado, también se modifican las barriadas obreras y las instalaciones industriales de las ciudades que crean una orla o periferia alrededor de las ciudades. En su expansión las periferias urbanas se estructuran en diversas áreas que se caracterizan por sus contrastes morfológicos, funcionales y sociales: los barrios residenciales, las áreas industriales y las áreas de equipamiento.
Los barrios residenciales de la periferia de las ciudades españolas durante el franquismo tuvieron una enorme expansión, aunque en la mayor parte de las ciudades surgen de forma descontrolada no cumpliéndose con las normas antes citadas o cumpliéndose parcialmente.
Las actuaciones en estas ciudades entre los años sesenta y setenta se centran en todas las áreas residenciales, tanto las de promoción privada como las públicas u oficiales.
Los polígonos de vivienda de promoción privada surgieron a partir de
1960 y se crearon de forma aislada y mal conectados entre sí. Se adoptó
una trama abierta en bloques o torres de vivienda colectiva.
Dado el
proceso de rápida urbanización de la época y de fuerte especulación del
suelo se levantaron bloques de fachada geométrica, a veces en forma de
H, de altura y densidad abusiva y que han creado un paisaje urbano
monótono, que da lugar a barrios que se asemejan a “colmenas” o barrios
dormitorio.
Paisaje de Huertas en Ciudad Jardín
Diario Córdoba
Un caso bastante común en las grandes ciudades es la aparición de las
áreas metropolitanas. En esta área metropolitana aparecen las ciudades
dormitorio debido a la expansión de las ciudades. La finalidad de estas
nuevas ciudades es la descongestión de las ya preexistentes, por lo que
estas surgen en las cercanías de otras que pretender ser
descongestionadas.
En las ciudades dormitorio los habitantes trabajan en
la aglomeración principal y disfrutan de sus servicios, por lo que se
genera un intenso y variado tráfico entre ellas (coches, trenes,
autobuses, metro...).Con el tiempo, estas ciudades van, a su vez, a
convertirse en aglomeraciones urbanas que han de descongestionarse.
Junto a estos polígonos de promoción privada existen barrios marginales de infraviviendas o chabolas, que surgen sobre el suelo ilegal (rústico o verde) y sin organización urbanística. Las viviendas son autoconstruidas, con graves deficiencias y careciendo de los servicios elementales agua, luz, saneamientos). Estos barrios que alcanzan su máxima extensión en la década de los 50 dado el masivo éxodo rural y empiezan a ser transformados por las autoridades en los años 60 se incorporaron con lentitud las dotaciones básicas y se inició algún proceso de renovación y sustitución por bloques en altura.
Los barrios de vivienda de promoción
oficial, que tuvieron su máximo desarrollo entre 1940 y 1960. En este
periodo se intentó paliar el tema del alojamiento y se crearon más de
400.000 viviendas “protegidas” con ayuda estatal y con limitaciones en
el precio de la vivienda. Casi siempre se adoptó por barrios de trama
abierta, con zonas libres entre viviendas. La edificación, en viviendas
unifamiliares o bloques, se caracterizó por la monotonía, la pobreza de
materiales y la baja calidad constructiva. Estas carencias dieron y dan
todavía lugar a políticas de rehabilitación para recuperar edificios y
dotar a los barrios de equipamientos básicos (escolares, deportivos,
sanitarios).
Algunas barriadas de
promoción oficial fueron las UVA (Unidades Vecinales de Absorción),
construidas en tres o cuatro meses como barracones prefabricados, con
carácter provisional para un período máximo de de cinco años cinco años,
aunque se mantuvieron 25 años más – por ejemplo en Córdoba pasó con las
barriadas de Las Moreras y Las Palmeras-, los poblados de absorción
(para alojar a chabolistas) y los poblados agrícolas (para absorber la a
la población del campo, como Algallarín en Córdoba).
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