La semana pasada encontré casualmente la web del Instituto Geográfico Nacional. En el mismo se nos presentaba un artículo sobre las desequilibrios económicos y sociales en España. Que existen esos desequilibrios es una evidencia. Tenemos claro tras estudiar los tema de los ectores económicos que existe en España una distribución desigual de los recursos económicos, y que esto, a su vez, genera unas fuertes desigualdades sociales. Ello es fruto de varias cosas, pero, entre ellas una de las razones que tienen más peso es la evolución histórica del modelo de desarrollo económico, un factor determinante para entender la riqueza de cada sociedad.
A partir de los años sesenta del siglo XX, y como consecuencia de la revolución urbano-industrial, se produce un importante crecimiento de comunidades autónomas como Madrid, Cataluña y el País Vasco. Este proceso incrementó las desigualdades entre las áreas urbanas y las rurales, y entre las regiones industriales y turísticas frente a las agrícolas. Posteriormente, tras la crisis económica de los años setenta, se produce un espectacular crecimiento del sector terciario y, con ello, una reorganización de los principales ejes económicos. En la actualidad, éstos se han trasladado desde la cornisa cantábrica hacia las regiones mediterráneas, mientras que Madrid sigue manteniendo su importancia económica. La distribución del PIB (Producto Interior Bruto) per cápita refleja estos contrastes territoriales, entre una España más rica y otra más pobre. En el cuadrante nororiental de la Península Ibérica y Baleares se concentran las provincias donde el PIB alcanza valores más altos. Por contra, no tengo que deciros en qué lugar ni cuáles son aquellas comunidades y provincias que sobresalen por abajo.
En líneas generales, estas áreas con mayor PIB coinciden con aquellas que han adoptado un modelo económico post-industrial, basado en los servicios, en una industria moderna y en la que hubo un importante auge de la construcción. En contrapartida, las provincias con mayor población ocupada en la agricultura suelen coincidir con aquellas donde el PIB es menor, lo que ilustra la escasa rentabilidad de esta actividad en relación con la población ocupada. A su vez, dentro del sector agrícola también existen notables contrastes: por un lado están las áreas de agricultura intensiva, generalmente de regadío, donde se cultivan productos de alto valor añadido y son más rentables; y por otro las de agricultura extensiva que, asociadas a los cultivos de secano y de productos forrajeros, tienen menor rentabilidad.
Los desequilibrios territoriales se han acentuado entre las regiones que han experimentado un mayor crecimiento económico y las que han quedado al margen de este proceso. Entre las primeras se sitúan las que concentran actividades industriales -altamente productivas- con dotaciones de parques empresariales y tecnológicos, servicios especializados, o aquellas en las que se ha desarrollado la actividad turística; entre las segundas, lo hacen aquellas cuya economía no ha sido capaz de adaptarse a los cambios recientes o la que han dependido fuertemente de las subvenciones, o han estado en las antípodas de los procesos de producción. Aunque en los últimos decenios la evolución de la población activa mostraba un incremento de las tasas de actividad y de empleo, y un descenso de la tasa de paro, este proceso se ha paralizado en seco desde el año 2007, llegando a unas tasas de paro desorbitadas en la actualidad, aunque hay que señalar que ha sido desigual según las regiones, dependiendo de su actividad económica y de las oportunidades laborales que ésta genera como podemos comprobar en la siguiente gráfica sobre el paro en España.
Sin duda, una de las transformaciones más importantes pero que más problemas está generando en la España actual se ha producido en el sector de la construcción, pues el parque inmobiliario se ha multiplicado por tres en muy pocos años. Este fenómeno ha tenido una especial incidencia en las Comunidades Autónomas donde se localizan las principales ciudades del país, o los centros turísticos más importantes (Mediterráneo y los dos archipiélagos). Las relaciones entre construcción y turismo se hacen evidentes cuando se estudian las estancias y pernoctaciones registradas en las provincias españolas. Pero el auge de la construcción no se ha localizado exclusivamente en las áreas turísticas, sino que también está vinculado a la especulación inmobiliaria en la periferia de las grandes ciudades, y al fenómeno de la segunda residencia.Eso sí, con la crisis económica y,sobre todo, la del ladrillo el mercado inmobiliario español se ha paralizado, encontrándonos con un "stock" de viviendas sin vender que impresiona.
Todo ello ha incrementado el precio de la vivienda, imposibilitando que accedan a ella muchos colectivos de ciudadanos, entre los que destaca el de las personas jóvenes. Esta dificultad para acceder a una vivienda -de alquiler o en propiedad- está determinada por la relación entre los salarios y el coste de la vivienda. Aunque el salario medio en España había crecido en los últimos años, sigue siendo insuficiente para adquirir este tipo de bienes. De cualquier manera la crisis de la deuda y, en especial, la del sector financiero ha provocado la caída en el precio de la vivienda, y como vemos de nuestro PIB.
Todo ello ha incrementado el precio de la vivienda, imposibilitando que accedan a ella muchos colectivos de ciudadanos, entre los que destaca el de las personas jóvenes. Esta dificultad para acceder a una vivienda -de alquiler o en propiedad- está determinada por la relación entre los salarios y el coste de la vivienda. Aunque el salario medio en España había crecido en los últimos años, sigue siendo insuficiente para adquirir este tipo de bienes. De cualquier manera la crisis de la deuda y, en especial, la del sector financiero ha provocado la caída en el precio de la vivienda, y como vemos de nuestro PIB.
Otro indicador que pone de manifiesto los desequilibrios económicos y sociales en España es la renta disponible de los hogares por habitante. Ésta permite aproximarnos a las condiciones de vida de la población, y establecer comparaciones entre las diferentes Comunidades Autónomas. Nuevamente se observa una estrecha relación con la actividad económica, pues las Comunidades que presentan valores por encima de la media española coinciden con las que tienen una economía más dinámica. Por Comunidades Autónomas tenemos que señalar que la media nacional por ingreso por habitante fue en 2008 de 24.020 euros. Tomando esta cifra como media (100 %) comprobamos la existencia de notables disparidades entre CC.AA. En cuanto a los ingresos por habitante destacaban en el año 2008 tres CC.AA, con ingresos que superaban los 30.000 euros por habitante, situándose muy por encima de la media nacional. Estas comunidades eran el País Vasco (32.133 €, 133%), la Comunidad de Madrid (31.110 €, lo que representaba un 129%) y la Comunidad Foral de Navarra (30.614 €, un 127 %). Tras estas comunidades que por renta se podían considerar ricas nos encontrabamos con un segundo grupo que oscilaban entre los 30.000 € y la media española (24.020 Euros). Este grupo estaba encabezado por Cataluña (28.095 € 117%), Aragón (26.323 € 109%), Islas Baleares (25.967 € 108%), La Rioja (25.895 € 107%) y Cantabria (24.508 € 102%).
En puestos por debajo de la media encontrabamos otras 11 CC.AA que presentaban ingresos por habitantes inferiores a la media. Dentro de las mismas existen dos grupos: aquellas comunidades que se mueven entre los 24.000 y los 20.000 €, y aquellas que se encuentran por debajo de esta cifra. El primer grupo estaría encabezado por Castilla León, Asturias, Ceuta, Melilla, Comunidad Valenciana, Canarias y Galicia. Éstas presentaban niveles de renta que se encuentraban entre los 3 puntos por debajo de la media, como ocurre con Castilla y León, y los quince puntos por debajo como es el caso de Galicia con 20.619 € de ingresos y un porcentaje de 85,8% con respecto al 100%. En el furgón de cola de España nos encontrabamos cuatro comunidades. Eran la Región de Murcia (19.692 € 82,0%), Andalucía (18.507 € por persona, siendo un 77% con respecto al 100 %), Castilla - La Mancha (18.471 € de ingresos por persona y un 76,9%) y Extremadura con 16.820 €, estando casi 30 puntos , el 70,1%, por debajo de la media. En paralelo, la tasa de riesgo de pobreza realza estas desigualdades, pues es más alta en las regiones económicamente más deprimidas, o en aquéllas donde la distribución de la riqueza es más desigual. Finalmente, el índice de Desarrollo Humano (IDH) ofrece una visión de conjunto y permite conocer mejor el grado de bienestar de los habitantes de cada Comunidad Autónoma. En 2000 tan sólo ocho Comunidades Autónomas presentan un valor de este índice por encima de la media española, lo que pone de manifiesto los desequilibrios existentes. Sin embargo, hoy se percibe que nos encaminamos por un peligroso sendero cada vez más alejado de este índice, especialmente, en aquellas comunidades con menor tasa de empleo. Relacionado con esto está la inversión en gasto social por parte de algunas comunidades autónomas. Si nos fijamos en este gráfico debería existir alguna relación entre PIB y por ejemplo la inversión en gasto sanitario, cosa que no siempre es así.
En puestos por debajo de la media encontrabamos otras 11 CC.AA que presentaban ingresos por habitantes inferiores a la media. Dentro de las mismas existen dos grupos: aquellas comunidades que se mueven entre los 24.000 y los 20.000 €, y aquellas que se encuentran por debajo de esta cifra. El primer grupo estaría encabezado por Castilla León, Asturias, Ceuta, Melilla, Comunidad Valenciana, Canarias y Galicia. Éstas presentaban niveles de renta que se encuentraban entre los 3 puntos por debajo de la media, como ocurre con Castilla y León, y los quince puntos por debajo como es el caso de Galicia con 20.619 € de ingresos y un porcentaje de 85,8% con respecto al 100%. En el furgón de cola de España nos encontrabamos cuatro comunidades. Eran la Región de Murcia (19.692 € 82,0%), Andalucía (18.507 € por persona, siendo un 77% con respecto al 100 %), Castilla - La Mancha (18.471 € de ingresos por persona y un 76,9%) y Extremadura con 16.820 €, estando casi 30 puntos , el 70,1%, por debajo de la media. En paralelo, la tasa de riesgo de pobreza realza estas desigualdades, pues es más alta en las regiones económicamente más deprimidas, o en aquéllas donde la distribución de la riqueza es más desigual. Finalmente, el índice de Desarrollo Humano (IDH) ofrece una visión de conjunto y permite conocer mejor el grado de bienestar de los habitantes de cada Comunidad Autónoma. En 2000 tan sólo ocho Comunidades Autónomas presentan un valor de este índice por encima de la media española, lo que pone de manifiesto los desequilibrios existentes. Sin embargo, hoy se percibe que nos encaminamos por un peligroso sendero cada vez más alejado de este índice, especialmente, en aquellas comunidades con menor tasa de empleo. Relacionado con esto está la inversión en gasto social por parte de algunas comunidades autónomas. Si nos fijamos en este gráfico debería existir alguna relación entre PIB y por ejemplo la inversión en gasto sanitario, cosa que no siempre es así.
Indicativo también es el gasto educativo. Para el año 2010 eran Castilla-la Mancha, Extremadura y Galicia las comunidades que realizaban el mayor esfuerzo inversor en materia educactiva, aunque el ranking en educación en inversión educativa estaba encabezado por País Vasco, Cantabria y Asturias; las que menos invertían en ese año eran Andalucía, Canarias y Madrid. Como vemos: Andalucía, imparable.
La política regional de la Unión Europea ha intentado, a través de los Fondos Estructurales, reducir los desequilibrios territoriales, tanto entre los estados miembros como en el interior de cada uno de ellos. En España se deberían de notarse los efectos, pues en los últimos años estas diferencias interregionales tenían que manifestarse en un progresivo acercamiento entre Comunidades. Sin embargo, la brecha entre las comunidades más ricas y las comunidades más pobres no para de ahondarse, en gran medida por el paro y por la crisis. A ello también debería de haber contribuido un conjunto de medidas adoptadas por el estado español como, por ejemplo, los programas de desarrollo regional, los proyectos de desarrollo local, la creación del fondo de compensación interterritorial (FCI), etc...pero parece que la realidad se aleja de nuestros deseos.
Hola, soy MªÁngeles Muñoz.
ResponderEliminarEs un buen artículo, lo que pasa que hay datos que son alarmantes, sobre todo los índices de paro.
El desempleo frena su ritmo de crecimiento en la Comunidad, pero el número de madrileños sin trabajo sigue incrementándose.
El paro afecta a más mujeres que hombres en la ComunidadEntre abril y mayo, y debido a las contrataciones temporales en el sector servicios que conlleva la Semana Santa, el paro creció únicamente en 442 personas, un 0,08% con respecto a marzo y muy lejos de las subidas de entre el 1% y el 3% registradas en los meses precedentes.
Sin embargo, la deceleración no implica una mejora, ya que Madrid tiene hoy 52.247 personas más en paro que hace un año, un 10,01% más. En total, el número de personas inscritas en los servicios de Empleo asciende a 531.317, según los datos hechos públicos este viernes por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
Por sexo, de los 531.317 parados madrileños, 263.197 son hombres y 268.120 son mujeres mientras que por edades, hay 54.116 parados que son menores de 25 años, de los cuales 29.584 son hombres frente a 24.532 que son mujeres. Por sectores, el que más desempleados acumula es el de los servicios, con 382.177 parados.
¡Hola! Soy Cristina Estévez Domingo.
ResponderEliminarEste artículo, sin duda, refleja las importantes desigualdades existentes entre regiones. Estos desequilibrios son aterradores en todos los aspectos: aportación al P.I.B, educación... lo que lo hace también sorprendente.