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miércoles, 15 de mayo de 2013

La brecha española


Según el informe sobre Desarrollo humano y Pobreza en España, elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Fundación Bancaja y presentado dos catedráticos de Universidad de España reflejan que la pobreza en España ha aumentado un 8% desde el año 2008, con crecimientos más destacados en Canarias, Comunidad Valenciana, Andalucía y Aragón, y las desigualdades entre comunidades autónomas han crecido hasta casi duplicarse. Lo llamativo es que sólo tres comunidades mejoran en 2011 respecto a 2008: Navarra, País Vasco y La Rioja. 

La tasa de paro de larga duración (más de un año desempleado), que mide la exclusión social, se ha multiplicado por 7 entre 2006 y 2013, y es más relevante en Canarias y Comunidad Valenciana, y menor en Navarra, País Vasco y Madrid. 
La pobreza económica (que mide el efecto renta y el efecto desempleo) ha crecido un 17% en el conjunto nacional entre 2006 y 2011, y un 60% desde 2008 y los niveles de pobreza han empeorado desde 2006.

Las prestaciones sociales están cubriendo una parte del gasto de las familias, y también hay que tener en cuenta que la estructura social española hace que la crisis se soporte mejor que en otros países al recibir apoyo por parte de familia y amigos. Igualmente ayuda una realidad de España: la economía sumergida.
El informe también llega a la conclusión de que la evolución del desarrollo humano (que incluye salud, educación y bienestar material), que ha descendido un 4,4% desde el inicio de la crisis, especialmente en Andalucía (6,4%) y menos en Cataluña (2,7%). Este índice ha salido perjudicado en cuanto a bienestar material pero, por el momento, educación y salud no se han visto afectados ya que requieren de una recesión más larga. En el caso de la salud, se verá afectada si el sistema público sufre un deterioro importante y la pobreza se extiende, mientras que en educación, la mejora de ésta es debida al aumento de la tasa de paro (ante la falta de empleo, se continúan los estudios). 

En el conjunto de España la desigualdad en desarrollo humano ha aumentado en el periodo de crisis, así como en todas las comunidades, excepto Castilla y León, Galicia, Madrid, Cataluña y País Vasco. Con respecto a los fondos de cohesión el estudio señala que éstos tenían que haber atenuado las diferencias regionales, y que si bien es cierto que se ha producido un proceso de convergencia, ésta ha variado desde 2006, y sobre todo desde 2008, en las diferencias se han acentuado.

jueves, 17 de mayo de 2012

La España asimétrica

En la entrada anterior vimos que España es un país con desequilibrios internos que se manifiestan en las grandes diferencias entre comunidades autónomas. Las diferencias en renta, en PIB, en desarrollo de actividades económicas o en otras variables socioeconómicas, nos permiten afirmar que España es un país asimétrico. Los fondos correctores, ya sean los nacionales o los procedentes de la Unión Europea, no han conseguido - desgraciadamente- sus objetivos. Sabemos, por lo mucho que hemos visto a lo largo del curso, que esos desequilibrios se manifiestan igualmente en otros aspectos geográficos tanto desde el punto de vista demográfico como desde el punto de vista urbano. Pero estos desequilibrios pueden ir a más. La aplicación desigual de las TIC en España ha incrementado los contrastes territoriales que ya existían en el siglo XX, al tiempo que ha generado nuevos desequilibrios vinculados, en este caso, a la sociedad del conocimiento. Debemos reconocer que por parte de las adminitracione educativas ha habido un intento por apostar por la informatización de la educación. Esto ha sido visible en la entrega al alumnado de 5 y 6 de Primaria de ordenadores ultraportátiles y en la intalación de pizarra digitales. Pero la pregunta clave ¿se ha roto la brecha? Yo entiendo que no, ya que las pizarras han sido una apuesta acertada, desde mi punto de vista, la entrega de ordenadores presentan más sombras que luces. Y es esa entrega no ha ido acompañada de campaña de formación adecuada para el uso de esos tecnologías, especialmente campañas dirigidas hacia los usuarios de esa edad. Se ha limitado, posiblemente, al uso de Internet y a algunos trabajos informatizados, pero el modelo adoptado está propiciando su infrautilización o, incluso, una mala utilización de los mismos. Demasiada inversión ¿para qué? La adminitración entrega un portatil, aunque esto no implique tener un proyecto. Con todo, la importancia de este fenómeno, relativamente reciente, se observa en las estadísticas del equipamiento de nuevas tecnologías en los hogares españoles. En el año 2005, al menos la mitad de las viviendas españolas ya poseen un ordenador, y se acercan al mismo porcentaje las que disponen de conexión a internet.
Los mayores porcentajes de hogares con acceso a la red se localizaban, sobre todo, en el cuadrante nororiental de la Península Ibérica y Baleares, por tanto, en relación directa con los niveles económicos y culturales de la población.
Otro aspecto fundamental para el desarrollo de cualquier sociedad es la educación y su organización en un sistema educativo, cuya incidencia es aún mayor si se tiene en cuenta el impacto de las nuevas tecnologías. Los nuevos ciudadanos de la sociedad del conocimiento necesitan tener una alfabetización digital, acceder al conocimiento, interpretarlo, usarlo e integrarlo en los procesos cotidianos. Por ello es interesante analizar la utilización de Internet por parte de los niños de 10 a 14 años. Los datos de la población escolar, que alcanza el graduado en enseñanza básica, muestran que todavía una tercera parte del alumnado no obtiene el título de Secundaria. El fracaso escolar, unido a la escasa incidencia de la formación continua, sobre todo si se compara con otros países de nuestro entorno, indican que un porcentaje importante de personas en España están en riesgo de quedar al margen de la sociedad de la información. Otro indicador significativo, para medir la preocupación de un Estado por la educación, es la distribución del gasto público educativo. Se observa que, en general, los valores son bastante bajos y, además, aparecen importantes contrastes territoriales.
En la tabla que vimos en la entrada anterior se apreciaban las notables diferencias entre aquellas comunidades que creen en la educación y lo demuestran con inversiones, y aquellas que invierten en menor medida. Si a ello añadimos que, en el contexto de la UE, España es uno de los países con menor porcentaje de alumnado en secundaria superior o postobligatoria (formación profesional y bachillerato), se entenderá que la situación educativa dista bastante de ser aceptable. Las distintas reformas legales del sistema escolar no han logrado mejorar la calidad de nuestro sistema educativo, tal como han puesto de manifiesto recientemente en los diferentes Informes Pisa que han sido publicados. Éste, a su vez, nos muestra que existen serias diferencias entre Comunidades Autónomas.
Es difícil establecer relaciones directas entre los estudios universitarios, el mercado laboral y las posteriores condiciones de trabajo, pero numerosos estudios apuntan que existe una correlación positiva entre un mayor nivel de estudios y los ingresos más elevados. Otro indicador esencial para la sociedad del conocimiento es el nivel de inversiones de un país en investigación y desarrollo (I+D). Si en España se analiza lo que representan los gastos totales en I+D, sobre el PIB, se constata la existencia de importantes desequilibrios entre las diferentes Comunidades Autónomas.
Y es que 6 de cada 10 euros de los recursos que se destinaron en España a la I+D en el año 2010 se ejecutaron en tan sólo 4 Comunidades Autónomas. Y eso que España es un país donde en el último año se han destinado 14.588 millones de euros para actividades de I+D. Pero la pregunta realmente importante es, ¿dónde se han ejecutado?. La repuesta es Madrid, País Vasco, Cataluña y Navarra.
Para responder a la pregunta de cuáles son las Comunidades más dinámicas en I+D se puede construir un indicador muy sencillo. Tomemos el peso que cada Comunidad representa en términos de población. Después calculemos el peso que esa Comunidad representa en materia de I+D. Y restemos el peso en I+D y el de población. Si el peso en I+D supera al de la población, podemos decir que esa Comunidad tiene una especialización relativa en materia de I+D, porque aporta más en I+D que en población. El gráfico es contundente, sólo 4 Comunidades Autónomas en España aportan más a la I+D del país que a la población. Esas Comunidades, por orden de intensidad, eran las ya nombradas Madrid, País Vasco, Cataluña y Navarra. En esas Comunidades residen el 37,5% de los españoles, en cambio se ejecutan casi el 61% de toda la I+D que se hace en el país. Así, por ejemplo, se puede valorar como significativo el caso de Andalucía. Es una Comunidad en la que residen 6,2 millones de personas más que en el País Vasco (es decir, casi 4 veces más), en cambio, en términos absolutos en Andalucía tan sólo destinamos 421 millones de euros más que el País Vasco a I+D. Para comprender mejor este dato, pensemos que por habitante en Andalucía se destinamos 188 euros a I+D y en el País Vasco casi 620 euros. En conclusión, el proceso de incorporación de las Comunidades Autónomas a la sociedad del conocimiento se está produciendo con distinta intensidad y ritmo lo que, a la larga, podría acrecentar los desequilibrios entre ellas. Por eso, para favorecer el desarrollo social, económico y cultural de un lugar, son imprescindibles las inversiones que permitan un acceso universal a este tipo de recursos. Son precisamente las Administraciones Públicas, y en especial las Comunidades Autónomas las que tendrían que estar liderando acciones para fomentar el uso y disfrute de las TIC y de las inversiones en I+D, pero contemplamos, a veces con horror y otras con estupor, que entre la crisis económica y la política estamos apostando por una España asimétrica. Así nos va.

miércoles, 16 de mayo de 2012

La realidad frente al deseo

La semana pasada encontré casualmente la web del Instituto Geográfico Nacional. En el mismo se nos presentaba un artículo sobre las desequilibrios económicos y sociales en España. Que existen esos desequilibrios es una evidencia. Tenemos claro tras estudiar los tema de los ectores económicos que existe en España una distribución desigual de los recursos económicos, y que esto, a su vez, genera unas fuertes desigualdades sociales. Ello es fruto de varias cosas, pero, entre ellas una de las razones que tienen más peso es la evolución histórica del modelo de desarrollo económico, un factor determinante para entender la riqueza de cada sociedad.
A partir de los años sesenta del siglo XX, y como consecuencia de la revolución urbano-industrial, se produce un importante crecimiento de comunidades autónomas como Madrid, Cataluña y el País Vasco. Este proceso incrementó las desigualdades entre las áreas urbanas y las rurales, y entre las regiones industriales y turísticas frente a las agrícolas. Posteriormente, tras la crisis económica de los años setenta, se produce un espectacular crecimiento del sector terciario y, con ello, una reorganización de los principales ejes económicos. En la actualidad, éstos se han trasladado desde la cornisa cantábrica hacia las regiones mediterráneas, mientras que Madrid sigue manteniendo su importancia económica. La distribución del PIB (Producto Interior Bruto) per cápita refleja estos contrastes territoriales, entre una España más rica y otra más pobre. En el cuadrante nororiental de la Península Ibérica y Baleares se concentran las provincias donde el PIB alcanza valores más altos. Por contra, no tengo que deciros en qué lugar ni cuáles son aquellas comunidades y provincias que sobresalen por abajo.
En líneas generales, estas áreas con mayor PIB coinciden con aquellas que han adoptado un modelo económico post-industrial, basado en los servicios, en una industria moderna y en la que hubo un importante auge de la construcción. En contrapartida, las provincias con mayor población ocupada en la agricultura suelen coincidir con aquellas donde el PIB es menor, lo que ilustra la escasa rentabilidad de esta actividad en relación con la población ocupada. A su vez, dentro del sector agrícola también existen notables contrastes: por un lado están las áreas de agricultura intensiva, generalmente de regadío, donde se cultivan productos de alto valor añadido y son más rentables; y por otro las de agricultura extensiva que, asociadas a los cultivos de secano y de productos forrajeros, tienen menor rentabilidad.
Los desequilibrios territoriales se han acentuado entre las regiones que han experimentado un mayor crecimiento económico y las que han quedado al margen de este proceso. Entre las primeras se sitúan las que concentran actividades industriales -altamente productivas- con dotaciones de parques empresariales y tecnológicos, servicios especializados, o aquellas en las que se ha desarrollado la actividad turística; entre las segundas, lo hacen aquellas cuya economía no ha sido capaz de adaptarse a los cambios recientes o la que han dependido fuertemente de las subvenciones, o han estado en las antípodas de los procesos de producción. Aunque en los últimos decenios la evolución de la población activa mostraba un incremento de las tasas de actividad y de empleo, y un descenso de la tasa de paro, este proceso se ha paralizado en seco desde el año 2007, llegando a unas tasas de paro desorbitadas en la actualidad, aunque hay que señalar que ha sido desigual según las regiones, dependiendo de su actividad económica y de las oportunidades laborales que ésta genera como podemos comprobar en la siguiente gráfica sobre el paro en España.
Sin duda, una de las transformaciones más importantes pero que más problemas está generando en la España actual se ha producido en el sector de la construcción, pues el parque inmobiliario se ha multiplicado por tres en muy pocos años. Este fenómeno ha tenido una especial incidencia en las Comunidades Autónomas donde se localizan las principales ciudades del país, o los centros turísticos más importantes (Mediterráneo y los dos archipiélagos). Las relaciones entre construcción y turismo se hacen evidentes cuando se estudian las estancias y pernoctaciones registradas en las provincias españolas. Pero el auge de la construcción no se ha localizado exclusivamente en las áreas turísticas, sino que también está vinculado a la especulación inmobiliaria en la periferia de las grandes ciudades, y al fenómeno de la segunda residencia.Eso sí, con la crisis económica y,sobre todo, la del ladrillo el mercado inmobiliario español se ha paralizado, encontrándonos con un "stock" de viviendas sin vender que impresiona.
Todo ello ha incrementado el precio de la vivienda, imposibilitando que accedan a ella muchos colectivos de ciudadanos, entre los que destaca el de las personas jóvenes. Esta dificultad para acceder a una vivienda -de alquiler o en propiedad- está determinada por la relación entre los salarios y el coste de la vivienda. Aunque el salario medio en España había crecido en los últimos años, sigue siendo insuficiente para adquirir este tipo de bienes. De cualquier manera la crisis de la deuda y, en especial, la del sector financiero ha provocado la caída en el precio de la vivienda, y como vemos de nuestro PIB.
Otro indicador que pone de manifiesto los desequilibrios económicos y sociales en España es la renta disponible de los hogares por habitante. Ésta permite aproximarnos a las condiciones de vida de la población, y establecer comparaciones entre las diferentes Comunidades Autónomas. Nuevamente se observa una estrecha relación con la actividad económica, pues las Comunidades que presentan valores por encima de la media española coinciden con las que tienen una economía más dinámica. Por Comunidades Autónomas tenemos que señalar que la media nacional por ingreso por habitante fue en 2008 de 24.020 euros. Tomando esta cifra como media (100 %) comprobamos la existencia de notables disparidades entre CC.AA. En cuanto a los ingresos por habitante destacaban en el año 2008 tres CC.AA, con ingresos que superaban los 30.000 euros por habitante, situándose muy por encima de la media nacional. Estas comunidades eran el País Vasco (32.133 €, 133%), la Comunidad de Madrid (31.110 €, lo que representaba un 129%) y la Comunidad Foral de Navarra (30.614 €, un 127 %). Tras estas comunidades que por renta se podían considerar ricas nos encontrabamos con un segundo grupo que oscilaban entre los 30.000 € y la media española (24.020 Euros). Este grupo estaba encabezado por Cataluña (28.095 € 117%), Aragón (26.323 € 109%), Islas Baleares (25.967 € 108%), La Rioja (25.895 € 107%) y Cantabria (24.508 € 102%).
En puestos por debajo de la media encontrabamos otras 11 CC.AA que presentaban ingresos por habitantes inferiores a la media. Dentro de las mismas existen dos grupos: aquellas comunidades que se mueven entre los 24.000 y los 20.000 €, y aquellas que se encuentran por debajo de esta cifra. El primer grupo estaría encabezado por Castilla León, Asturias, Ceuta, Melilla, Comunidad Valenciana, Canarias y Galicia. Éstas presentaban niveles de renta que se encuentraban entre los 3 puntos por debajo de la media, como ocurre con Castilla y León, y los quince puntos por debajo como es el caso de Galicia con 20.619 € de ingresos y un porcentaje de 85,8% con respecto al 100%. En el furgón de cola de España nos encontrabamos cuatro comunidades. Eran la Región de Murcia (19.692 € 82,0%), Andalucía (18.507 € por persona, siendo un 77% con respecto al 100 %), Castilla - La Mancha (18.471 € de ingresos por persona y un 76,9%) y Extremadura con 16.820 €, estando casi 30 puntos , el 70,1%, por debajo de la media. En paralelo, la tasa de riesgo de pobreza realza estas desigualdades, pues es más alta en las regiones económicamente más deprimidas, o en aquéllas donde la distribución de la riqueza es más desigual. Finalmente, el índice de Desarrollo Humano (IDH) ofrece una visión de conjunto y permite conocer mejor el grado de bienestar de los habitantes de cada Comunidad Autónoma. En 2000 tan sólo ocho Comunidades Autónomas presentan un valor de este índice por encima de la media española, lo que pone de manifiesto los desequilibrios existentes. Sin embargo, hoy se percibe que nos encaminamos por un peligroso sendero cada vez más alejado de este índice, especialmente, en aquellas comunidades con menor tasa de empleo. Relacionado con esto está la inversión en gasto social por parte de algunas comunidades autónomas. Si nos fijamos en este gráfico debería existir alguna relación entre PIB y por ejemplo la inversión en gasto sanitario, cosa que no siempre es así.
Indicativo también es el gasto educativo. Para el año 2010 eran Castilla-la Mancha, Extremadura y Galicia las comunidades que realizaban el mayor esfuerzo inversor en materia educactiva, aunque el ranking en educación en inversión educativa estaba encabezado por País Vasco, Cantabria y Asturias; las que menos invertían en ese año eran Andalucía, Canarias y Madrid. Como vemos: Andalucía, imparable.
La política regional de la Unión Europea ha intentado, a través de los Fondos Estructurales, reducir los desequilibrios territoriales, tanto entre los estados miembros como en el interior de cada uno de ellos. En España se deberían de notarse los efectos, pues en los últimos años estas diferencias interregionales tenían que manifestarse en un progresivo acercamiento entre Comunidades. Sin embargo, la brecha entre las comunidades más ricas y las comunidades más pobres no para de ahondarse, en gran medida por el paro y por la crisis. A ello también debería de haber contribuido un conjunto de medidas adoptadas por el estado español como, por ejemplo, los programas de desarrollo regional, los proyectos de desarrollo local, la creación del fondo de compensación interterritorial (FCI), etc...pero parece que la realidad se aleja de nuestros deseos.


lunes, 26 de septiembre de 2011

Estatutos de Autonomía versus Juegos Florales




Ya hemos visto como la gran singularidad española en el plano político – administrativo son las Comunidades Autónomas. Las Comunidades Autónomas se regulan a través de los Estatutos autonómicos. El Estatuto de Autonomía es la norma institucional básica española de una comunidad o de una ciudad autónoma, reconocida por la Constitución española de 1978 en su artículo 147 y cuya aprobación se lleva a cabo mediante Ley Orgánica, tipo de norma que requiere el voto favorable de la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados en una votación final sobre el conjunto del proyecto. En él se recogen, al menos, la denominación de la Comunidad, la delimitación territorial, la denominación, organización y sede de las instituciones autónomas, las competencias asumidas y, si procede, los principios del régimen lingüístico.



El Estatuto de Autonomía es la norma superior del ordenamiento jurídico en la Comunidad autónoma después de la Constitución. Como todas las normas del ordenamiento jurídico español, están subordinados a la Constitución, por lo que su reforma puede ser recurrida al Tribunal Constitucional.



La gran mayoría de los Estatutos han sufrido modificaciones o reformas a lo largo de los años. Los Estatutos de las comunidades consideradas como no históricas sólo requieren de acuerdo en el parlamento regional y en el Congreso, y son los más sencillos de reformar, por lo que son también los que han sufrido más modificaciones. Por el contrario, la reforma estatutaria ha sido muy diferente en el caso de las denominadas comunidades históricas, aquellas que acceden por el Art. 151.2 de nuestra Constitución, cuyos estatutos requieren de un sistema mucho más complejo para su reforma, que incluye la convocatoria de un referéndum vinculante.



Tras esta larga introducción teórica responde a las siguientes cuestiones:




¿Qué Estatutos se han ido reformando desde sus inicios? ¿Cómo lo han realizado? ¿Cuáles son las Comunidades Autónomas que accedieron por la vía del Art. 151.2? ¿Qué Comunidades Autónomas están consideradas como “forales”? ¿Por qué?

sábado, 24 de septiembre de 2011

Luna llena, creciente, menguante o nueva





La luna presenta diversas fases. Se llaman fases lunares a los diversos aspectos bajo los cuales se presenta la Luna y que dependen de la posición relativa del Sol, de la Tierra y de la Luna. Alguna de esas fases dan un aspecto completo de nuestro satélite, las otras pueden dar una imagen parcial del mismo. Pues bien, el mapa de político – administrativo de España en ocasiones parece responder a esas fases lunares. El actual correspondería a una luna llena, pues encontramos en él, todas y cada una de las comunidades autónomas o las provincias que nos resultan familiares dada su vigencia. Sin embargo, y visto con perspectiva histórica, el mapa político español bien pudiera parecer una metáfora de una luna menguante, o creciente. Encontraríamos elementos muy similares a los actuales, pero también observaríamos enormes carencias comparado con el mapa actual.








¿Qué similitudes y diferencias observáis entre el mapa político – administrativo de la imagen correspondiente a la densidad de población en la España del siglo XVIII y el actual?