miércoles, 20 de febrero de 2013

La ciudad del siglo XX

Si el siglo XIX fue importante en la transformación de las ciudades dadas las circunstancias políticas, sociales y económicas que, conjuntamente, llevaron a las enormes transformaciones o modificaciones urbanas que llevaron al derribo de las murallas, a la ampliación de la ciudad por medio de ensanches y a la dicotomía entre las barriadas burguesas y las obreras, el siglo XX será todavía más determinante para la concreción de la ciudad tal y como la conocemos. 

Entre los factores que han influido en el proceso de urbanización en el siglo XX, debemos resaltar algunos contextuales y otros estrictamente ligados al urbanismo. 

Entre los contextuales que , de alguna manera afectan al urbanismo destacan los siguientes: la industrialización concentrada en regiones cantábrica, vasca y catalana; el turismo que ha afectado a espacios más reducidos. La llegada de turistas a las costas mediterráneas ha modificado la vida y estructuras de muchos pueblos que han empezado a dedicarse al sector servicios. Lloret de Mar, Salou, Benidorm, Torremolinos,… ; y la transformación de sistemas y técnicas de producción agraria que ocasiona excedente de mano de obra en el campo o el desarrollo de la agricultura especializada y de regadío que concentra población en algunas zonas, caso del valle del Ebro, Valencia, Almería, Murcia,..

Sin embargo, habrá otros condicionantes que inciden más directamente en el gran desarrollo de la ciudad a lo largo del siglo XX. Entre esos factores los más relevantes son:


  • El aumento poblacional que vivirán las ciudades especialmente a lo largo de todo el siglo, y especialmente ligado al éxodo rural. 
  • Los efectos devastadores de la guerra civil en algunos núcleos urbanos , lo que obliga a su renovación. 
  • La introducción de una legislación que apuesta por la construcción medianamente organizada de las viviendas tanto las de promoción privada como la protegida por parte del Estado o las viviendas sociales. 
  •  Frente a lo anterior, el aumento descontrolado de determinados núcleos en la periferia de la ciudad sin control alguno, formado por infraviviendas o en barrios sin dotación en infraestructura. 
  • La influencia ejercida por una gran ciudad que incrementa el proceso urbanizador de núcleos próximos. El caso de Madrid, es un ejemplo. Resultado de todo ello será que durante este siglo la ciudad española acontecerá una dinámica sin precedentes. 

El intenso proceso de urbanización que se desencadena va a causar profundos cambios en el paisaje urbano, en la organización de la ciudad y en las condiciones medioambientales urbanas. Los hitos más significativos del urbanismo de este período se pueden sintetizar en los siguientes:
a) Fomento de la construcción de viviendas: 

La necesidad de viviendas en las ciudades era un problema que se arrastraba desde la etapa anterior y que se agudizó en el siglo XX, particularmente cuando las corrientes migratorias campo-ciudad se hicieron más intensas. Con el fin de aliviar la situación, el Estado promulgó leyes en diferentes momentos para fomentar la construcción de viviendas sociales; así, a principios de siglo se reglamentan las primeras subvenciones para la construcción de viviendas (Ley de Casas Baratas, 1911). 
La labor más intensa se desarrolló en las dos décadas que siguieron a la Guerra Civil, época en que el déficit de viviendas se había incrementado a raíz de las destrucciones provocadas por la guerra, del aumento de la inmigración a las ciudades y de la paralización de la construcción. El Estado emprendió un amplio Plan de Reconstrucción Nacional creando organismos especiales para fomentar la construcción de viviendas: Dirección General de Regiones Devastadas, Obra Sindical del Hogar, Instituto Nacional de la Vivienda, etc.; al mismo tiempo, se regularon ayudas y subvenciones para la construcción de viviendas sociales.

Muchas ciudades crecerán también de manera irregular con la creación de suburbios en las áreas periféricas destinados a albergar las oleadas de población obrera que no dejaban de acudir a la ciudad; eran barriadas de autoconstrucción, carentes de los más elementales servicios. 

b) Maduración de la legislación urbanística y extensión de la planificación urbana: 
 Otra característica del urbanismo de esta época será la obligación de introducir la planificación para el control del crecimiento urbano, lo que conlleva la aplicación del “zoning” o distribución de usos y funciones en espacios separados dentro de la ciudad, y al desarrollo del planeamiento regional concebido como el instrumento que debería dar respuesta a las necesidades de crecimiento y ordenación del espacio urbano. La obligación de introducir la planificación urbana en el desarrollo de las ciudades encuentra su respaldo legal en la Ley del Suelo de 1956. A partir de entonces, el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y sus planes derivados se convierten en instrumentos que deben dirigir el crecimiento de las ciudades. 
c) Desarrollo de las nuevas formas de crecimiento: 
En la primera mitad del siglo se experimentan dos nuevas experiencias urbanísticas que proyectadas a finales del siglo XIX y que se materializan en las ciudades jardín y la ciudad lineal. 
Las Ciudades jardín se encuentran en muchas ciudades españolas (Vitoria, Málaga, Almería…). Tienen su origen en las ideas del inglés Ebenezer Howard, cuyo objetivo era acercar la naturaleza a la ciudad; por eso, la características de estas viviendas es la presencia de un huerto o jardín. Su idea se traduce en la creación de nuevas ciudades próximas a la gran urbe. 
El proyecto de Ciudad lineal está inspirado en unas ideas similares. Fue ideado por el español Arturo Soria y tuvo una enorme proyección internacional por cuanto suponía introducir un nuevo modelo para el crecimiento de las ciudades. Proponía el crecimiento urbano en torno a las principales vías de comunicación entre ciudades, procurando mantener la relación entre el medio urbano y el medio natural. Este modelo es visible dentro del desarrollo urbano de Madrid.
Pero las formas más extendidas de crecimiento urbano de la época fueron los polígonos residenciales situados en zonas próximas a la ciudad consolidada y los proyectos de nuevas parcelaciones en suelo rústico, ubicados en las periferias o extrarradios urbanos. Lo más característico de estas nuevas formas será el bloque exento con una elevada densidad residencial, un tipo de vivienda de escasas dimensiones y calidades constructivas en unas zonas urbanas carentes de equipamientos sociales. El desarrollo de estas nuevas formas urbanas terminará borrando los límites entre el espacio urbano y el rural, al absorber las grandes ciudades a los municipios rurales próximos. Se inicia así el fenómeno de la metropolización en ciudades como Madrid, Barcelona y Bilbao. Igual ocurre con otras ciudades medias como se vive en La Coruña o Córdoba.

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