En la entrada de ayer vimos como el euro entró de lleno en la economía de España y la repercusión que tuvo la introducción de la actual moneda. Sin embargo, la crisis económica que vivimos y los efectos sociales de la misma ha provocado que algunas personas hayan cuestionado la viabilidad de esta moneda y propugnan una salida de la misma, no sólo en España, sino en otros países del eurogrupo.
Lo cierto es que cuando uno bucea en internet y encuentra artículos que hablan de esa posible salida y los efectos de la misma lo único que hace es preocuparse. En esta entrada os muestro la visión apocalíptica - cierta o no, no lo sé- sobre lo que podría pasar en el país si salimos del euro. Esto es solo una visión, existen otras y no estaría de más ver otras opiniones para contrastarla y hacerse así una buena composición de lugar.
En general, gran parte de los analistas económicos y muchos políticos, no todos, coinciden en argumentar que salir del euro sería muy perjudicial tanto para España como para el resto de la UE y las razones que esgrimen son diversas.
Si diésemos un portazo al euro tendríamos, por lo pronto, que crear una nueva moneda o volver a la que teníamos, la peseta. Lo mejor de ello sería que España volvería a retomar el control sobre su moneda, es decir, volvería a dirigir su propia política monetaria. Y la primera medida que podríamos aplicar con esta moneda es devaluarla. La devaluación de la nueva moneda nacional - la principal ventaja que se esgrime ante una hipotética salida del euro - , nos permitiría, en principio, ser más competitivos frente a nuestros vecinos, porque podríamos exportar más, y a precios más baratos, además de ser más competitivos en un sector tan estratégico como el turismo. Con ello España volvería a dirigir su política monetaria, al retomar el control sobre su moneda.
Sin embargo, la devaluación implica una pérdida progresiva del valor de la moneda nacional, una mayor inflación y unos altos tipos de interés. A la larga, las devaluaciones sucesivas suponen el deterioro de las economías, porque se exporta más barato, pero costaría más importar, pues los precios exteriores resultan muy caros. Es probable , en este caso, que se fomentara una industria interior para satisfacer al mercado nacional.
Algunos analistas estiman que la nueva moneda se depreciaría una media del 50%, con lo que las familias y las empresas serían un 50% más pobres. Así, la devaluación monetaria traería consigo un empobrecimiento generalizado de todo el país. A esto se le suma que una nueva moneda implicaría un mayor gasto por los costes derivados de la adaptación de la contabilidad, los sistemas informáticos y los cajeros, así como de la emisión de las nuevas monedas y billetes y acostumbrarse a realizar los cálculos en la nueva unidad monetaria. Es decir, se llevarían a cabo los mismos costes que se produjeron al introducir el euro pero, en esta ocasión, sin el plazo de tres años de que se dispuso entonces para asimilarlos.
El segundo efecto que nos podríamos encontrar es el inicio de una grave crisis bancaria que surgiría por la retirada masiva de fondos en euros de los bancos - pues aparentemente tendrían más valor que la nueva moneda- y una huida de capitales hacia otras economías más estables. Los ciudadanos sacarían de los bancos sus capitales en euros antes de que se produjera la conversión a la nueva moneda, que surgiría ya muy depreciada. En ese caso, es probable que las autoridades gubernamentales impondrían limitaciones a las retiradas de los depósitos, es decir, se produciría un "corralito" financiero.
Estas medidas, unidas a la disminución del crédito por parte de las entidades en apuros, restringirían el consumo y la inversión, con la consecuente contracción de la producción y el empleo. Además, muchos españoles perderían sus ahorros, al colapsarse la banca, y el Estado ya no tendría capacidad económica para rescatarla. Así que nos enfrentaríamos con una crisis bancaria.
En este contexto, como tercer elemento que debemos tener presente es que nos encontraríamos con un problema añadido: el aumento de la deuda, pues tanto la deuda, pública como privada, se emite en euros desde 1999 y España habría de pagar esa deuda en esta moneda. Tanto el Estado como las empresas tendrían que hacer frente a sus obligaciones con terceros en euros o hacer una suspensión de pagos. Esta última opción, la suspensión de pagos, cerraría para nuestro país y sus compañías los mercados internacionales de capitales. La falta de esos flujos de capital extranjero, unida a la devaluación, llevaría al Gobierno a no pagar sus deudas, y, por lo tanto, al impago.
Montante de la deuda pública entre algunos países de la UE
Tras el impago del país, éste y las empresas, difícilmente, podrían seguir financiándose en el exterior por lo que muchas empresas españolas quebrarían, cerrarían o encarecían sus precios con lo que aumentaría la inflación.
La imposibilidad de financiarse provocaría que las entidades financieras restringieran aún más sus condiciones para conceder préstamos y créditos a los ciudadanos. Por lo que se generaría un efecto dominó de quiebra de algunos bancos europeos (que fueron prestamistas de España) y nacionales, con el consiguiente contagio a otros países de Europa y Latinoamérica.
Ante estas restricciones en los créditos de los bancos, el Banco de España, ya nuevamente soberano, tendría que subir el tipo de interés del dinero con lo que afectaría al consumo y al empleo. Una hipoteca o un préstamo sería tan costoso para los clientes que el consumo quedaría posiblemente reducido a la nada. Eso sí, las hipotecas dejarían de estar referenciadas con respecto al euríbor.
Ante la falta de liquidez, el Banco de España tendría que imprimir moneda para abonar sus deudas, con lo que se produciría un proceso inflacionista y los mercados de divisas reaccionarían depreciando de nuevo la moneda, al encarecerse aún más las importaciones.
A este proceso de la inflación se le uniría el del paro, ya que las subidas de precios reducirían el consumo y el aumento de los tipos de interés reduciría la inversión, con la consecuente contracción de la producción. Estos datos, unidos al cierre de las empresas, incrementarían los niveles de desempleo.
Ante la disminución de la producción y el aumento del paro, el siguiente paso sería la bajada de los salarios, ya que los mismos , posiblemente, bajarían ante el aumento del número de parados y, por lo tanto, de la demanda laboral.
La salida del euro, según algunos analistas, supondría para España una caída de su Producto Interior Bruto del 13%, que se complicaría con las unas importaciones más caras y un comercio exterior más complicado.
En definitiva este sería el escenario “apocalíptico” con la salida. Nos encontraríamos, posiblemente, con una devaluación, una crisis bancaria, un aumento de la deuda, una numerosa quiebra empresarial, mayores restricciones en los créditos de los bancos, un incremento de la inflación, una subida de los tipos de interés, una bajada de los salarios y un aumento del paro.
Sinceramente, si eso es así daría un poco de miedo y es preferible quedarse como estamos. Aunque nadie garantiza que de producirse la salida de un país de la zona del euro, no se produzca un efecto contagio a otros miembros de la UE. Esperemos no verlo.
De cualquier manera este escenario, como he dicho anteriormente "apocalíptico", supongo que podría matizarse o incluso rebatirse.
Opinad sobre lo leído y buscad información sobre aquellos que defienden la salida del euro.