viernes, 9 de enero de 2015

La evolución de la población española



Cuando se analiza los movimientos naturales o dinámica natural de la población en el tiempo se habla de los regímenes demográficos. Éstos responden siempre a tres etapas que son:


  • la primera,  el régimen demográfico antiguo que se caracterizaba por un crecimiento natural bajo, al presentar unas altas tasas de natalidad y unas altas tasas de mortalidad, presentándose esta última a veces de carácter catastrófica;  
  • la segunda, es la fase de transición demográfica que casi siempre presenta dos fases internas (en la primera se produce una caída de la mortalidad, mientras que en la segunda se produce una reducción de la natalidad);
  • y una tercera, el llamado régimen demográfico moderno  caracterizado por unas tasas muy bajas en la natalidad y la mortalidad.
Fase I: El régimen demográfico antiguo se caracteriza por presentar tasas de natalidad y de mortalidad  que alcanzan el 40 %º se mantiene en España hasta los inicios del siglo XX.  

Esta primera fase correspondiente al  Régimen demográfico tradicional o antiguo, alcanzaría en España  hasta 1900 y presentaría una demografía estacionaria. Las características que presentaba este régimen demográfico serán las comunes: unas altas tasas de natalidad, unas altas tasas de mortalidad, siendo la mortalidad infantil especialmente elevada y, por lo tanto, un crecimiento natural lento.



Como se ha señalado la tasa de crecimiento natural era baja dada la alta natalidad y la alta mortalidad, siendo el elemento más característico del ciclo demográfico antiguo la influencia que tenía la mortalidad catastrófica debida a epidemias y hambrunas que mermaba a la población de este país. Esta sobremortalidad provocaba además una baja natalidad en las generaciones posteriores. El número de habitantes de un país estaba directamente relacionado con la situación económica de España, un país marcadamente agraria a inicios del siglo XX. 


Las tasas de natalidad antes del año 1900 eran altas. Las razones se encuentran en el predominio de una economía y una sociedad rural en la que un hijo o una hija es considerado una inversión (los hijos trabajan para la familia a una temprana edad, son baratos de mantener y podrían cuidar en un futuro de los mayores). Igualmente la explicación se debe a la inexistencia de sistemas eficaces de control de natalidad, siendo el único el retraso en edad de matrimonio. El modelo de matrimonio para ese momento es tardío, pues las mujeres solían casarse más tarde de los 21 o 23 años, y en algunos casos más tarde de los 25. Los hombres en torno a los 25. Con este sistema, el total de hijos nacidos no superaba los 8, de los que sólo sobrevivían al matrimonio entre 3 y 5.


La mortalidad en el ciclo demográfico antiguo es muy alta sobre todo la mortalidad infantil. Pero más importante que la mortalidad ordinaria es la mortalidad catastrófica.  La mortalidad en esta época es alta por el bajo nivel de vida (dieta escasa, desequilibrada), las enfermedades infecciosas transmitidas por aire y agua, el atraso médico y la falta de  higiene privada y pública.

A finales del siglo XIX se produce en España un incremento de la población. Este se debe fundamentalmente a tres causas: una mayor fecundidad, un aumento en la esperanza de vida y el cese de migraciones  a América. A finales del siglo, los índices de mortalidad infantil están en el 20‰, y los de natalidad se situaban en torno al 34‰. La tasa de crecimiento vegetativo era del 0,9%.

A pesar de todos los problemas, a finales del XIX se había iniciado la transición demográfica con la disminución de la mortalidad ordinaria y el mantenimiento de la fecundidad. Sólo hacía falta que la mortalidad catastrófica y la emigración dejase de actuar.

 


Fase II: La transición demográfica española. La dinámica de población entre los años 1900 y 1975.

A pesar de todos los problemas, a finales del XIX se había iniciado la transición demográfica con la disminución de la mortalidad ordinaria y el mantenimiento de la fecundidad. Sólo hacía falta que la mortalidad catastrófica y la emigración dejase de actuar. Entre los años 1900 y 1975 se aprecia un descenso constante de la mortalidad, así como un  descenso suave y discontinuo de la natalidad. Todo ello dio lugar a un  alto crecimiento natural, sobre todo en los años 60.
En el siglo XX el descenso de las tasas de mortalidad y fecundidad se aceleran, entrando España de lleno en la transición demográfica. El contexto internacional y el desarrollo que se inicia en la España del primer cuarto del siglo XX ayudan. Por ejemplo, la bonanza económica que trajo la primera guerra mundial a España permitió que se iniciase la transición demográfica de una manera definitiva, sumándose igualmente el hecho de que la contienda europea provocara la detención de la emigración española , tanto a Europa -por la guerra- , como a América -por la ofensiva en el mar-. A pesar de todo el aumento de la población no siempre irá ligado a la economía española, pues esta no es capaz de absorber los nuevos contingentes de trabajadores. Todo ello aumentara el paro hasta convertirse en algo crónico en España, generándose una dinámica emigratoria hacia las ciudades y el extranjero sobre todo entre la década de los cincuenta y setenta.




Con respecto a la natalidad  se produce una disminución suave y oscilante de la natalidad. En los años veinte se produce una  recuperación de la natalidad. Entre 1930 – 56 se aprecia un descenso de la natalidad por razones políticas y económicas. Entre 1956- 65 se produce el mayor aumento de la natalidad dándose el fenómeno conocido como “baby boom”. En España, el baby boom se produjo con diez años de retraso con respecto al resto de Europa Occidental y Estados Unidos.

Por el contrario, entre  1965 -75 hay una fuerte reducción natalidad por éxodo rural y problemas de vivienda. También se reduce la fecundidad, a pesar de las políticas natalistas del régimen de Franco.  Desde 1914 viene reduciéndose esta tasa, y sólo entre 1957 y 1966 se dan valores más altos, al calor de la bonanza económica. Las tasas de fecundidad mantienen la tendencia a la baja, en torno al 12‰, no sólo por la inclinación secular de la transición demográfica, sino también porque la emigración afecta a la población masculina joven, que se casa más tarde. A partir de 1975 se dan los valores más bajos. La transición demográfica desde el punto de vista de la natalidad había terminado.

Con respecto a la mortalidad se produce una disminución notable y constante de la misma.  La mortalidad continúa reduciéndose, salvo en episodios como la epidemia de gripe de 1918-20 y la guerra civil (1936-39). La mortalidad afectaba más a las clases pobres. Esto va a ser así  hasta que 1963 se generaliza la sanidad pública y se crea la Seguridad Social. Aspecto importante también es que la crisis de posguerra desaparecen definitivamente las crisis de subsistencia. Pero los éxitos más notables en la mortalidad se consiguen en la reducción de la mortalidad infantil que, aun siendo alta, a principios de los 70, baja espectacularmente. La tasa de mortalidad está en torno al 6‰.  Las causas son variadas y se encuentran en los avances médicos y sanitarios (vacunas, antibióticos, aumento de clínicas, aumento de sanidad pública y privada), el  aumento del nivel de vida con una  dieta más equilibrada), el incremento del nivel educativo y cultural o la prevención y la disminución de la mortalidad infantil (pediatras, alimentos, cuidados maternos).



El mantenimiento de estas tasas de natalidad se hizo mientras que las tasas brutas de mortalidad seguían disminuyendo (un 11,4‰ en 1951, un 8,4‰ en  1965, un 7,77‰ en 1981) con lo que el saldo vegetativo fue superior al 10‰ en todos los años del periodo. El crecimiento vegetativo fue entonces importante, continuo y largo en el tiempo, siendo el más importante de la historia moderna de España (hasta entonces, crecimientos vegetativos interanuales continuados de más del 9‰ sólo se habían dado entre 1921 y 1935).

Fase III: La fase actual (1976 a 2014).  El régimen demográfico moderno o actual. La población española a partir de 1975


Desde 1976, el hundimiento de la tasa de fertilidad provocó un freno en el crecimiento de la población española, llegándose a prever la amenaza de un crecimiento negativo para el 2030. Sin embargo, la llegada masiva de inmigrantes desde finales de los noventa ha permitido un nuevo despegue en el número de habitantes del país. De hecho, este fenómeno migratorio ha provocado una tasa de crecimiento natural importante, en torno al 1,7% anual desde el 2001, más bien propia de países africanos o asiáticos.  


Evolución de la población española
El régimen demográfico moderno o actual se caracteriza por unas bajas tasas de natalidad y  mortalidad, con un crecimiento natural reducido. En la actualidad se acerca al crecimiento cero, lo que ha hecho envejecer a la población española de manera alarmante.

Una característica de este periodo es que la población ha envejecido prematuramente por el rápido descenso de la fecundidad.
Este fenómeno se inicia en 1930. Para 1950 la población era mayoritariamente madura. Se rejuvenece levemente en los años 60, pero en los 70 y los 80 el envejecimiento ha sido espectacular. Este fenómeno tiene mayor incidencia en las regiones más despobladas, ya que han emigrado los jóvenes y regresan los jubilados en busca de tranquilidad y retiro. 

Además del envejecimiento las razones se encuentran en las bajas tasas de natalidad y de mortalidad.

Las bajas tasas de natalidad son notables desde 1975. El hundimiento de la natalidad se inicia en 1975. Para el 2003 la Tbn era de 10’5 %o, creciendo en 2006 hasta 10'96 %o. Para 2006 la Tasa de fertilidad era 1’38 hijos por mujer. Con todo, el mínimo se alcanzó en 1998 (1´15 hijos / mujer), dándose la tasa de fecundidad más baja del mundo. Por contraste, la tasa de fecundidad en 1900 era de 4’4 hijos por mujer. Desde 2001 esa tasa ha ido en aumento pasando a 1’23 hijos por mujer, tasa que se mantuvo hasta el 2003. En la actualidad, enero de 2015,  el número de hijos por mujer es de 1´27 hijos por mujer, un ligero descenso con respecto a los años anteriores - 1,38 (2010) y 1,39 respecto a 2009.
Aumento de la población española entre 1980-1990

Descenso de la natalidad y la mortalidad


En 1976, la tasa bruta de natalidad era de 18,7, mientras que el pasado año se redujo hasta 9,1. Así mismo, frente a los más de 677.000 bebés llegados al mundo en 1976, en 2014 se registraron 425.390.

Las causas de esa drástica reducción son varias. Las razones se encuentran en factores económicos, en el cambio de mentalidad y en el aumento del nivel de vida y cultural.
Los factores económicos tienen su inicio en la crisis de 1975, motivada por el incremento del paro en España a raíz de la crisis del petróleo de 1973, la que inició el retraso en la edad del matrimonio al no encontrar trabajo. A ello se le suma el paro, el retroceso de nupcialidad, el precio de las viviendas, o los trabajos en precario.
Desde los años 80 la situación socioeconómica no ha mejorado en el sentido fatalista debido a  que los contratos laborales se han convertido en precarios; el  alto precio de compra y alquiler de viviendas dado el clima de especulación que ha habido en España especialmente en la década de los 80 y sobre todo  desde 1998 hasta el año 20007; igualmente la incorporación de la mujer al trabajo así como la escasez de puestos de trabajo a tiempo parcial  o la existencia de guardería caras y una nula ayuda a la familia por parte de los Gobiernos de España. El retraso en la edad de la maternidad, cerca ya de los 32 años de media, la extensión de los anticonceptivos y del aborto, la disminución de matrimonios y el aumento de las rupturas, así como la falta de políticas decididas de apoyo a la familia, son algunos factores que han contribuido a reducir el número de hijos por pareja.



El cambio de mentalidad se inicia igualmente en 1975. Tras la muerte de Franco en 1975 se aprecia una disminución progresiva de la influencia religiosa. Igualmente a la muerte del dictador los gobiernos democráticos aprobaron el uso de anticonceptivos y la despenalización del aborto en determinados supuestos. Por otro lado, la nueva mentalidad dio paso a la liberalización de la mujer y con ello a la incorporación de la misma al mercado laboral. Igualmente no es extraño ya encontrar a parejas sin hijos, así como formas de vida distintas al matrimonio y menos prolíficas: cohabitación, hogares monoparentales, madres solteras...Otras razones que inciden son la edad media elevada a la hora de la maternidad, ya que la edad media de la mujer para tener su primer hijo era en el 2008 de 31 años. Para 2011 la edad media a la maternidad continúa ascendiendo y alcanza ya los 31,3 en junio de 2011.

El tercer factor vinculado con el aumento del nivel de vida y cultural es uno de los aspectos más destacados. Desde 1975 fue el aumento del nivel de vida y la respuesta común a esto: Menor número de hijos para darle más bienestar, así como mejor calidad de vida a menos gastos, como los que se llevan los hijos.

Los nacimientos no aumentaron en ninguna comunidad  e incluso se ha reducido la aportación que a la natalidad procedente de la fertilidad de las madres extranjeras en descenso desde 2008. El aporte que la inmigración exterior ha estado haciendo a la natalidad durante el periodo de expansión económica se ha reducido en estos últimos años como consecuencia de la crisis económica que les ha obligado a retornar a sus países de origen, o a reducir el número de hijos. Por otra parte, el porcentaje de nacidos de madre no casada prosigue su continua tendencia creciente y alcanza, en 2010, un nuevo máximo de 35,5% (34,4% en el caso de las españolas y 39,9% en el caso de las extranjeras).


Otra de las características del régimen demográfico actual en España es la de presentar unas bajas tasas de mortalidad. También los fallecimientos descendieron en todos los territorios de España, con la excepción de Ceuta, donde aumentaron un 8,4%. Los mayores descensos se localizaron en Murcia (5,7 %), en La Rioja (5,0 %) y en Baleares y Castilla-La Mancha (4,9 %). De hecho, el crecimiento vegetativo de la población, es decir, la diferencia entre los nacimientos y las muertes, se redujo un 30,7 % en 2014 hasta situarse en 36.181 personas, el saldo más bajo registrado desde al año 2000.

Las razones se pueden explicar por el descenso de la mortalidad está el descenso de la mortalidad femenina asociada al parto, al descenso de la mortalidad infantil y al aumento en la esperanza de vida.  La mortalidad afecta, por géneros, más a los hombres que a las mujeres. La esperanza de vida es la mayor de la serie histórica con 82,8 años (80 años para los hombres y 85,6 para las mujeres). La tasa bruta de mortalidad se situó en 8,3 defunciones por mil habitantes, frente a los 8,6 de 2012. Esta tasa va en aumento desde 1981 debido al envejecimiento de la población.



En 2014, la esperanza de vida al nacimiento de los hombres y de las  mujeres españoles es de 85 años de media, siendo en mujeres la segundo de mundo, - Japón estaría en primer lugar con 87 años , y el décimo, en referencia a los varones.
Mapa de mortalidad por CC.AA en 2007

Las razones se encuentran en determinados factores  como son la mejora de los recursos sanitarios y los avances médicos; la mejora de los recursos socioeconómicos sobre todo en la alimentación y en la combinación de distintos factores. Por otro lado, es de destacar la importancia que aún tiene en España las llamadas  tres “C”: Enfermedades cardiovasculares, el Cáncer y los accidentes de carretera. Otros elementos a tener en cuenta son  el avance del número de personas afectadas por el Alzheimer (hay más viejos y los accidentes de trabajo. Todo ello ha permitido el aumento en la esperanza de vida, siendo esta mayor  en las mujeres y mayor cuanto más cualificado es el empleo.

Siete comunidades autonomas tienen ya un saldo vegetativo negativo, es decir, hubo más defunciones que nacimientos. El País Vasco es la novedad en este grupo de autonomías con saldo negativo, del que en 2012 ya formaban parte Galicia, Castilla y León, Asturias, Aragón, Extremadura y Cantabria.
Las tasas de mortalidad más elevadas son las del noroeste: Asturias, con 12 muertes por cada mil habitantes; Galicia, con 11,1, y Castilla y León, con 10,9. Esas tres autonomías son las que presentaron un saldo vegetativo más negativo, en especial Galicia, donde las muertes superaron en 10.701 a los nacimientos, por 9.603 de Castilla y León y 6.051 de Asturias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario