jueves, 12 de febrero de 2015

Hacia una ciudad industrial


Después de las guerras napoleónicas, la población española inició un proceso de crecimiento ininterrumpido que le hizo llegar hasta los 20 millones de habitantes en tan solo siglo y medio, reflejándose especialmente en las ciudades. La población conservaba una estructura preindustrial y en un primer momento se produjo la degradación de las condiciones de vida de la población urbana.
La ciudad surgida de este proceso presentaba una grave situación de hacinamiento y de crisis en los servicios. El hacinamiento de los habitantes en las ciudades era consecuencia de un crecimiento de la población unido a una falta de aumento paralelo del número de viviendas.


 Barcelona hacia 1730
Desde finales del siglo XVIII el crecimiento demográfico de las grandes ciudades se realiza a costa del número de personas por vivienda y de la aparición de realquilados.
 Centros de beneficencia (hospicios y casas de expósitos) existentes en España en 1797 referidos a la división provincial de 1789  a partir de los datos del censo de 1797 (Censo de Godoy)
La subdivisión de las antiguas viviendas unifamiliares, la elevación de pisos, la ocupación para viviendas de la superficie de la parcela anteriormente sin edificar, la ocupación de parte del espacio de las calles mediante la proliferación de voladizos contribuyen a densificar gravemente el casco de unas ciudades que mantienen la trama viaria heredad de tiempos anteriores y en las que no eran infrecuentes las calles de menos de 4 metros de anchura.
 Plano topográfico de Barcelona (1807) 
A partir de la segunda mitad del siglo XIX aparecen los planes de ensanche y de reforma interior, que es de donde arranca propiamente el urbanismo nuevo peninsular. A esto se le une el hecho de que el siglo XIX es el de mayor número de transformaciones urbanísticas asociadas a la relevancia de unos grupos sociales que antes no existían, el surgimiento de la burguesía y proletariado se une a la industrialización y desamortización.
Una vez que se empezó a afianzar la industrialización las capitales provinciales empezaron a recibir aporte de población, las más beneficiadas serán Cataluña y Asturias, sobre todo en la segunda mitad del s. XIX. A partir del siglo XIX y gracias al proceso industrializador aparecerán dos modelos de ciudades.

Uno corresponde a las viejas ciudades que se irán modificando y en su modificación se van a producir cambios importantes en el trazado urbano (derribo de murallas, aparición de grandes rondas, etc...), mientras que otro responde a un nuevo proyecto urbano y que responde a las nuevas ciudades industriales.
Sobre estas viejas ciudades se realizan reformas urbanas iniciadas en el siglo XVIII que continuan en el XIX, siglo en el que aumenta significativamente la urbanización como consecuencia del desarrollo de obras públicas, de la modernización de la administración territorial –motivada por la creación de las provincias-, de la desamortización, de la creación de infraestructuras viarias (ferrocarril y carreteras), de la ejecución de obras de saneamiento urbano y de un desarrollo industrial que se concentró en el País Vasco (industria siderometalúrgica), Cataluña (industria textil), Asturias y Málaga.

Las causas que provocan en España el nacimiento de un nuevo modelo urbano o una modificación del modelo urbano anterior serán diversas. Entre ellas destacan las el fuerte aumento demográfico, las nuevas circunstancias políticas y económicas y la nueva situación social.
• El fuerte aumento demográfico que se vive en España desde el siglo XVIII y que obliga a un crecimiento urbano sobre todo cuando se instalan en ellas fábricas. Las ciudades pasan a ser centros de atracción poblacional. Desde principios del siglo XX la tasa de urbanización irá creciendo hasta llegar al 40 % en la década de los 30 debido en gran medida al éxodo rural.
• Una serie de circunstancias políticas y económicas como serán las desamortizaciones de Mendizábal (1837) y Madoz (1855) que ponen suelo a disposición de la burguesía urbana. Por ejemplo, en Córdoba nos encontramos con el Real Círdulo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario que ocupa el edificio del  antiguo convento de monjas agustinas de Nuestra Señora de las Nieves. Tras la desamortización de Mendizabal, y después de haberse quedado el Estado con las instalaciones, un grupo de socios optó por la compra del mismo en 1845 para instalar en ellas el Liceo Artístico y Literario.

A este hecho se le suman otros como son la creación del Banco Hipotecario (1873) , que facilita recursos financieros; la llegada a España de capitales extranjeros en el siglo XIX y con ello el desarrollo del ferrocarril y de otros medios de transporte urbano como el tranvía. Esto cambiará la trama urbana en algunas ciudades como en Madrid en 1899 o las líneas de metro de principios del siglo XX, que permiten el aumento y la ampliación de la ciudad. • La nueva situación social. El éxito - aunque parcial - de la revolución industrial en España provoca un cambio social importante. Dos nuevos grupos sociales se van a oponer social y urbanísticamente: la clase burguesa y la clase obrera. El resultado de esto será la aparición de barrios burgueses y barrios para obreros. Los barrios burgueses se localizaban en las zonas más céntricas y elegantes de la ciudad, sus barrios y las calles tenían un trazado ortogonal, siendo sus calles anchas y formaban amplias avenidas y con todos los servicios públicos de la ciudad. En los barrios burgueses se da una estratificación en alturas: en los pisos primero y segundo (las mejores viviendas, con vistas al exterior) viven las ricas familias, mientras que en las buhardillas y pisos altos o en las zonas interiores vivían los más humildes.
Frente a ellos los barrios obreros que se localizaban en la periferia urbana, junto a las industrias o cerca de las estaciones de ferrocarril, en los lugares más contaminados, o en el extrarradio dando origen a barrios obreros que surgen en el área externa de los ensanches burgueses que estaban formados por pequeñas viviendas, muchas veces de autoconstrucción, donde se hacinaban las familias, con calles no estaban empedradas y que carecían de servicios públicos (agua, cloacas y transporte).
Plaza de Sol (Madrid)
Para adaptarse a las nuevas circunstancias, las ciudades pusieron en marcha una serie de operaciones de crecimiento y remodelación de su espacio interior que se concretaron en los planes de alineaciones y reforma interior y en los de ensanche.
Esto en algunas ciudades se hace visible desde principios del siglo XIX.  Por ejemplo, en Cordoba se planteará la creación de los Jardines de la Agricultura fuera del casco histórico de la ciudad para disfrute de los ciudadanos, siendo éstos inaugurados en 1811.
Durante el primer tercio de siglo se organizará el alumbrado público de la ciudad a través de una Real Orden y usándose para ello aceite (1831). y ya durante la segunda mitad se utilizará para ello el petróleo (1865), siendo sustituido poco después por gas (1870). La electricidad sería utilizada a partir de 1893.
Los proyectos de reforma interior perseguían aliviar la presión social, mejoras las condiciones de vida de la población y los servicios urbanos. Se manifestaron en la construcción de cementerios, mataderos públicos y viviendas, acometidas de aguas, saneamiento, pavimentación de calles, etc.

Cementerio de la Salud (Córdoba) iniciado en el año  1810 y aunque terminaron en  junio de 1811, siguió ampliándose durante los años posteriores hasta que en 1833
Pero lo que verdaderamente caracteriza este tipo de proyectos es la remodelación de la trama viaria o “haussmanización”, que supuso la apertura de nuevas calles o la alineación de las ya existentes con el fin de adaptarlas a las nuevas necesidades circulatorias. Ejemplos sobresalientes de proyectos de reforma interior fueron la apertura de grandes vías en ciudades como Madrid, Granada, Barcelona, Salamanca y Murcia.
Todo esto se produce en un contexto de ciudades que gracias a la industrialización del periodo se irán poblando de personas. Ante el aumento de la población algunas ciudades verán superados los límites tradicionales enmarcados entre murallas expandiéndose por la periferia o incluso se produce el derribo de las mismas en muchas ciudades.
Para realizar todas estas actuaciones , además, se ha de tirar las muralles que desde la edad antigua (romana) o la edad media circundabas las ciudedes española. Por eso, a mediados del siglo XIX, se va a proceder al derribo de las murallas y a ensanchar las ciudades se convierte en imperiosa. Las razones estaban en el aumento de la población, la incipiente industria y las nuevas actividades con requisitos intensivos de suelo, como el ferrocarril, no podían satisfacerse simplemente con la liberación o mejor aprovechamiento del terreno de los cascos antiguos.
La muralla había perdido todo valor militar, ante los progresos de la artillería y su función fiscal como aduana interior era contraria al espíritu del capitalismo y el libre comercio.
Las murallas caerán en primer lugar en Burgos en 1831, luego en Almería, en San Sebastián, Valencia, Madrid, o Córdoba, etc…, ciudades en donde se derribarán estos "corsés" impuestos por las ciudades anteriores y en su lugar aparecerán circunvalaciones y calles que mejoran las comunicaciones entre el centro y las crecientes periferias donde se construyen viviendas de un importante desarrollo vertical.
En Córdoba,  a mediados del siglo XIX, se terminará de construir el conocido como “Murallón del Guadalquivir”, obra que pretendía proteger la ciudad de las crecidas del río.


En cuanto al recinro amurallado había comenzado a ser destruido entonces, continuará siendo demolido a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Así, se asistirá al derribo de las puertas del Rincón (1852), de Sevilla (1865), de Baeza (1869), de Andujar (1870), de Plasencia (1879), de la Misericordia (1882) y de la Puerta Nueva (1895), además del lienzo de la muralla que continuaba en la Torre de la Malmuerta.

Dos puertas desaparecidas en la muralla de Córdoba, arriba la Puerta de Osario y en la imagen de debajo, la Puerta de Gallegos. 
Este aumento en las ciudades, más los cambios reseñados en el siglo XIX, dieron lugar a cambios en el plano de las ciudades españoles desde mediados del siglo XIX al primer tercio del siglo XX. Estos cambios afectaron principalmente al plano de las ciudades y a la trama del casco antiguo.
En el plano de las ciudades españolas se abrieron grandes vías que se conciben como calles amplias y largas, jalonadas de edificios representativos del nuevo momento histórico, que muchas veces unen la ciudad histórica con el nuevo ensanche burgués o con la estación de ferroviaria.
 Antigua estación de ferrocarril de Córdoba de 1866
En sus edificios se instalaron funciones terciarias tales como el comercio de lujo, la banca, las sedes de las principales empresas, los casinos, los teatros o los cafés de moda. Esto se hace visible en ciudades como Madrid (como son la Gran Vía en 1910 o la Calle de Alcalá), en Oviedo, en León o en Córdoba. Igualmente en el plano de las ciudades afectadas por el proceso industrializador se aprecia como el lugar que antes ocupaban las murallas están ocupados ahora por rondas que circunvalan la ciudad.
En la trama del casco antiguo se densificaron las edificaciones. Los edificios crecen en altura tendiendo a desaparecer la vivienda unifamiliar en el centro.
 Casa- patio de la calle San Basilio
Además, los adelantos de la revolución industrial influyeron en el desarrollo de los servicios urbanos, como la canalización del agua, la construcción de la red de cloacas, la distribución del gas y de la electricidad y la introducción de los medios de transporte (tranvía, metro...) e incluso de nuevos modelos de viviendas.
A todo ello se le une el inicio de la planificación urbana a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el crecimiento urbano rebasó las murallas de la ciudad preindustrial.
En el siglo XIX se distinguen tres generaciones urbanísticas: la fernandina, la isabelina y la de la Restauración.
La generación fernandina es una continuación del siglo XVIII, su trazado responde a una cuadrícula de dimensiones muy reducidas, cruzada por algunas diagonales que unían las plazas. Las avenidas ofrecen perspectivas largas, lo que demuestra la influencia barroca.
La generación isabelina es la época en la que hay una fiebre por la construcción de mercados cubiertos, se derribaban conventos para construir mercados como signo de progreso popular urbanístico. Tanto en la época de Fernando VII como en la de Isabel II se produce una importante obra de reconstrucción, apareciendo construcciones modernas de 4 y 5 pisos.
La generación de la restauración se prolonga a lo largo del primer tercio del siglo XX, es el periodo que realmente empieza la actividad urbanística entendida como actualmente. Es de este periodo la aparición de las Ordenanzas Municipales de edificación y la aparición de los Planes de Ensanche.
Las actuaciones urbanísticas de este periodo son más de carácter expansionista más que de saneamiento, reforma interior o eliminación de barrios insalubres. Solo a finales del siglo XIX se impondrá una visión sanitaria del urbanismo.

El nuevo plano urbano se caracteriza por un nuevo elemento como es el ensanche que se constituyó como una forma de crecimiento en consonancia con la llegada de la burguesía al poder económico y social. Es consecuencia de la industrialización que en principio fue bastante débil al no haber transformación a gran escala hacia los espacios urbanos. Esta primera debilidad se intentó compensar, así se puede intuir políticas de integración territorial a partir del ferrocarril y aparición de la capital de provincia. También se dio el desarrollo de otras infraestructuras. De esto se benefició sobre todo las ciudades del levante peninsular.Para las nuevas ciudades aparecen proyectos urbanos nuevos que van desde los ensanches, hasta el modelo de ciudades jardín, pasando por modelos más planificados y concretos como el de la ciudad lineal ideada por Arturo Soria que se aplicará en Madrid.
Por lo tanto, las formas de crecimiento de la urbanización de este periodo serán:
El ensanche,
La anexión del extrarradio,
La reforma interior
Los barrios de Ciudad Jardín.

miércoles, 14 de enero de 2015

La natalidad en España


Para contrastar la entrada de Alba que vimos el lunes, Jorge Alarcón se hace eco del siguiente artículo publicado en El Mundo y que literalmente nos dice que "España registró el año pasado la tasa bruta de natalidad más baja desde el año 2003 con 10,5 nacimientos por cada 1.000 habitantes, después de que el número de nacidos descendiera por segundo año consecutivo, con una caída del 1,96% hasta los 484.055, según el avance de datos del Movimiento Natural de la Población del Instituto Nacional de Estadística (INE). 
Durante el año pasado se produjo un descenso del número de fallecimientos, pero la contracción de la natalidad ha conseguido reducir el crecimiento vegetativo hasta las 105.388 personas, el nivel más bajo desde 2005.

El INE explica que el descenso en el número de nacimientos fue resultado, principalmente, de una reducción progresiva del número de mujeres en edad fértil, ya que el número medio de hijos por mujer apenas ha variado respecto de 2009, con 1,38. No obstante, la fecundidad se redujo "ligeramente" tanto entre las mujeres españolas (cuyo indicador bajó a 1,32 en 2010), como entre las extranjeras (1,64). 
La proporción de nacimientos en este grupo poblacional, el 20,3% del total, se estabilizó en niveles similares a los observados en los dos últimos años. Por su parte, la edad media de maternidad mantuvo una "suave tendencia creciente" hasta alcanzar el nuevo máximo de 31,2 años, aunque cuando se analizan sólo las españolas, se observa que tienen a sus hijos, de media, a los 31,9 años de edad mientras que las extranjeras suelen tenerlos cuando rondan los 28,7 años. 
La esperanza de vida al nacimiento aumentó en 2010 hasta los 82 años de media, que son 78,9 años en el caso de los varones y los 84,9 cuando se trata de mujeres, lo que supone un incremento de 0,4 y 0,3 años, respectivamente, respecto al año anterior. Además, la esperanza de vida una vez cumplidos los 65 años se sitúa en 18,4 años para los hombres y 22,3 para las mujeres.''

Como podemos observar, nos cuenta literalmente nuestro compañero Jorge que "en este artículo del periódico digital ''El Mundo'', la natalidad está siendo un problema hoy en día en España. La natalidad actual en España está siendo baja con respecto a 2010 , confirmado por el INE, en dónde cada vez más familias se plantean tener hijos, pero hoy en día varias adversidades como el dinero de la manutención de los niños y varias causas más les crean rechazo a las familias con las ideas de tener un hijo. 
En España , el nº medio de hijos no ha variado; pero sí ha variado la fecundidad (ligeramente), el crecimiento vegetativo y la edad media de mujeres embarazadas (creciente). Esto quiere decir que en la España actual nos encontramos ante un grave problema, como es la decadente natalidad , pero también ante un gran progreso, la mortalidad decrece cada año. Con estas dos causas, el índice poblacional total estaría más o menos equilibrado, siendo que el nº de muertes en España es mayor que el nº de nacimientos.
Con el paso del tiempo este problema puede solucionarse, ya que la economía puede mejorar y cada
vez más familias desearán tener un hijo al que mantener y enseñar.

viernes, 9 de enero de 2015

La evolución de la población española



Cuando se analiza los movimientos naturales o dinámica natural de la población en el tiempo se habla de los regímenes demográficos. Éstos responden siempre a tres etapas que son:


  • la primera,  el régimen demográfico antiguo que se caracterizaba por un crecimiento natural bajo, al presentar unas altas tasas de natalidad y unas altas tasas de mortalidad, presentándose esta última a veces de carácter catastrófica;  
  • la segunda, es la fase de transición demográfica que casi siempre presenta dos fases internas (en la primera se produce una caída de la mortalidad, mientras que en la segunda se produce una reducción de la natalidad);
  • y una tercera, el llamado régimen demográfico moderno  caracterizado por unas tasas muy bajas en la natalidad y la mortalidad.
Fase I: El régimen demográfico antiguo se caracteriza por presentar tasas de natalidad y de mortalidad  que alcanzan el 40 %º se mantiene en España hasta los inicios del siglo XX.  

Esta primera fase correspondiente al  Régimen demográfico tradicional o antiguo, alcanzaría en España  hasta 1900 y presentaría una demografía estacionaria. Las características que presentaba este régimen demográfico serán las comunes: unas altas tasas de natalidad, unas altas tasas de mortalidad, siendo la mortalidad infantil especialmente elevada y, por lo tanto, un crecimiento natural lento.



Como se ha señalado la tasa de crecimiento natural era baja dada la alta natalidad y la alta mortalidad, siendo el elemento más característico del ciclo demográfico antiguo la influencia que tenía la mortalidad catastrófica debida a epidemias y hambrunas que mermaba a la población de este país. Esta sobremortalidad provocaba además una baja natalidad en las generaciones posteriores. El número de habitantes de un país estaba directamente relacionado con la situación económica de España, un país marcadamente agraria a inicios del siglo XX. 


Las tasas de natalidad antes del año 1900 eran altas. Las razones se encuentran en el predominio de una economía y una sociedad rural en la que un hijo o una hija es considerado una inversión (los hijos trabajan para la familia a una temprana edad, son baratos de mantener y podrían cuidar en un futuro de los mayores). Igualmente la explicación se debe a la inexistencia de sistemas eficaces de control de natalidad, siendo el único el retraso en edad de matrimonio. El modelo de matrimonio para ese momento es tardío, pues las mujeres solían casarse más tarde de los 21 o 23 años, y en algunos casos más tarde de los 25. Los hombres en torno a los 25. Con este sistema, el total de hijos nacidos no superaba los 8, de los que sólo sobrevivían al matrimonio entre 3 y 5.


La mortalidad en el ciclo demográfico antiguo es muy alta sobre todo la mortalidad infantil. Pero más importante que la mortalidad ordinaria es la mortalidad catastrófica.  La mortalidad en esta época es alta por el bajo nivel de vida (dieta escasa, desequilibrada), las enfermedades infecciosas transmitidas por aire y agua, el atraso médico y la falta de  higiene privada y pública.

A finales del siglo XIX se produce en España un incremento de la población. Este se debe fundamentalmente a tres causas: una mayor fecundidad, un aumento en la esperanza de vida y el cese de migraciones  a América. A finales del siglo, los índices de mortalidad infantil están en el 20‰, y los de natalidad se situaban en torno al 34‰. La tasa de crecimiento vegetativo era del 0,9%.

A pesar de todos los problemas, a finales del XIX se había iniciado la transición demográfica con la disminución de la mortalidad ordinaria y el mantenimiento de la fecundidad. Sólo hacía falta que la mortalidad catastrófica y la emigración dejase de actuar.

 


Fase II: La transición demográfica española. La dinámica de población entre los años 1900 y 1975.

A pesar de todos los problemas, a finales del XIX se había iniciado la transición demográfica con la disminución de la mortalidad ordinaria y el mantenimiento de la fecundidad. Sólo hacía falta que la mortalidad catastrófica y la emigración dejase de actuar. Entre los años 1900 y 1975 se aprecia un descenso constante de la mortalidad, así como un  descenso suave y discontinuo de la natalidad. Todo ello dio lugar a un  alto crecimiento natural, sobre todo en los años 60.
En el siglo XX el descenso de las tasas de mortalidad y fecundidad se aceleran, entrando España de lleno en la transición demográfica. El contexto internacional y el desarrollo que se inicia en la España del primer cuarto del siglo XX ayudan. Por ejemplo, la bonanza económica que trajo la primera guerra mundial a España permitió que se iniciase la transición demográfica de una manera definitiva, sumándose igualmente el hecho de que la contienda europea provocara la detención de la emigración española , tanto a Europa -por la guerra- , como a América -por la ofensiva en el mar-. A pesar de todo el aumento de la población no siempre irá ligado a la economía española, pues esta no es capaz de absorber los nuevos contingentes de trabajadores. Todo ello aumentara el paro hasta convertirse en algo crónico en España, generándose una dinámica emigratoria hacia las ciudades y el extranjero sobre todo entre la década de los cincuenta y setenta.




Con respecto a la natalidad  se produce una disminución suave y oscilante de la natalidad. En los años veinte se produce una  recuperación de la natalidad. Entre 1930 – 56 se aprecia un descenso de la natalidad por razones políticas y económicas. Entre 1956- 65 se produce el mayor aumento de la natalidad dándose el fenómeno conocido como “baby boom”. En España, el baby boom se produjo con diez años de retraso con respecto al resto de Europa Occidental y Estados Unidos.

Por el contrario, entre  1965 -75 hay una fuerte reducción natalidad por éxodo rural y problemas de vivienda. También se reduce la fecundidad, a pesar de las políticas natalistas del régimen de Franco.  Desde 1914 viene reduciéndose esta tasa, y sólo entre 1957 y 1966 se dan valores más altos, al calor de la bonanza económica. Las tasas de fecundidad mantienen la tendencia a la baja, en torno al 12‰, no sólo por la inclinación secular de la transición demográfica, sino también porque la emigración afecta a la población masculina joven, que se casa más tarde. A partir de 1975 se dan los valores más bajos. La transición demográfica desde el punto de vista de la natalidad había terminado.

Con respecto a la mortalidad se produce una disminución notable y constante de la misma.  La mortalidad continúa reduciéndose, salvo en episodios como la epidemia de gripe de 1918-20 y la guerra civil (1936-39). La mortalidad afectaba más a las clases pobres. Esto va a ser así  hasta que 1963 se generaliza la sanidad pública y se crea la Seguridad Social. Aspecto importante también es que la crisis de posguerra desaparecen definitivamente las crisis de subsistencia. Pero los éxitos más notables en la mortalidad se consiguen en la reducción de la mortalidad infantil que, aun siendo alta, a principios de los 70, baja espectacularmente. La tasa de mortalidad está en torno al 6‰.  Las causas son variadas y se encuentran en los avances médicos y sanitarios (vacunas, antibióticos, aumento de clínicas, aumento de sanidad pública y privada), el  aumento del nivel de vida con una  dieta más equilibrada), el incremento del nivel educativo y cultural o la prevención y la disminución de la mortalidad infantil (pediatras, alimentos, cuidados maternos).



El mantenimiento de estas tasas de natalidad se hizo mientras que las tasas brutas de mortalidad seguían disminuyendo (un 11,4‰ en 1951, un 8,4‰ en  1965, un 7,77‰ en 1981) con lo que el saldo vegetativo fue superior al 10‰ en todos los años del periodo. El crecimiento vegetativo fue entonces importante, continuo y largo en el tiempo, siendo el más importante de la historia moderna de España (hasta entonces, crecimientos vegetativos interanuales continuados de más del 9‰ sólo se habían dado entre 1921 y 1935).

Fase III: La fase actual (1976 a 2014).  El régimen demográfico moderno o actual. La población española a partir de 1975


Desde 1976, el hundimiento de la tasa de fertilidad provocó un freno en el crecimiento de la población española, llegándose a prever la amenaza de un crecimiento negativo para el 2030. Sin embargo, la llegada masiva de inmigrantes desde finales de los noventa ha permitido un nuevo despegue en el número de habitantes del país. De hecho, este fenómeno migratorio ha provocado una tasa de crecimiento natural importante, en torno al 1,7% anual desde el 2001, más bien propia de países africanos o asiáticos.  


Evolución de la población española
El régimen demográfico moderno o actual se caracteriza por unas bajas tasas de natalidad y  mortalidad, con un crecimiento natural reducido. En la actualidad se acerca al crecimiento cero, lo que ha hecho envejecer a la población española de manera alarmante.

Una característica de este periodo es que la población ha envejecido prematuramente por el rápido descenso de la fecundidad.
Este fenómeno se inicia en 1930. Para 1950 la población era mayoritariamente madura. Se rejuvenece levemente en los años 60, pero en los 70 y los 80 el envejecimiento ha sido espectacular. Este fenómeno tiene mayor incidencia en las regiones más despobladas, ya que han emigrado los jóvenes y regresan los jubilados en busca de tranquilidad y retiro. 

Además del envejecimiento las razones se encuentran en las bajas tasas de natalidad y de mortalidad.

Las bajas tasas de natalidad son notables desde 1975. El hundimiento de la natalidad se inicia en 1975. Para el 2003 la Tbn era de 10’5 %o, creciendo en 2006 hasta 10'96 %o. Para 2006 la Tasa de fertilidad era 1’38 hijos por mujer. Con todo, el mínimo se alcanzó en 1998 (1´15 hijos / mujer), dándose la tasa de fecundidad más baja del mundo. Por contraste, la tasa de fecundidad en 1900 era de 4’4 hijos por mujer. Desde 2001 esa tasa ha ido en aumento pasando a 1’23 hijos por mujer, tasa que se mantuvo hasta el 2003. En la actualidad, enero de 2015,  el número de hijos por mujer es de 1´27 hijos por mujer, un ligero descenso con respecto a los años anteriores - 1,38 (2010) y 1,39 respecto a 2009.
Aumento de la población española entre 1980-1990

Descenso de la natalidad y la mortalidad


En 1976, la tasa bruta de natalidad era de 18,7, mientras que el pasado año se redujo hasta 9,1. Así mismo, frente a los más de 677.000 bebés llegados al mundo en 1976, en 2014 se registraron 425.390.

Las causas de esa drástica reducción son varias. Las razones se encuentran en factores económicos, en el cambio de mentalidad y en el aumento del nivel de vida y cultural.
Los factores económicos tienen su inicio en la crisis de 1975, motivada por el incremento del paro en España a raíz de la crisis del petróleo de 1973, la que inició el retraso en la edad del matrimonio al no encontrar trabajo. A ello se le suma el paro, el retroceso de nupcialidad, el precio de las viviendas, o los trabajos en precario.
Desde los años 80 la situación socioeconómica no ha mejorado en el sentido fatalista debido a  que los contratos laborales se han convertido en precarios; el  alto precio de compra y alquiler de viviendas dado el clima de especulación que ha habido en España especialmente en la década de los 80 y sobre todo  desde 1998 hasta el año 20007; igualmente la incorporación de la mujer al trabajo así como la escasez de puestos de trabajo a tiempo parcial  o la existencia de guardería caras y una nula ayuda a la familia por parte de los Gobiernos de España. El retraso en la edad de la maternidad, cerca ya de los 32 años de media, la extensión de los anticonceptivos y del aborto, la disminución de matrimonios y el aumento de las rupturas, así como la falta de políticas decididas de apoyo a la familia, son algunos factores que han contribuido a reducir el número de hijos por pareja.



El cambio de mentalidad se inicia igualmente en 1975. Tras la muerte de Franco en 1975 se aprecia una disminución progresiva de la influencia religiosa. Igualmente a la muerte del dictador los gobiernos democráticos aprobaron el uso de anticonceptivos y la despenalización del aborto en determinados supuestos. Por otro lado, la nueva mentalidad dio paso a la liberalización de la mujer y con ello a la incorporación de la misma al mercado laboral. Igualmente no es extraño ya encontrar a parejas sin hijos, así como formas de vida distintas al matrimonio y menos prolíficas: cohabitación, hogares monoparentales, madres solteras...Otras razones que inciden son la edad media elevada a la hora de la maternidad, ya que la edad media de la mujer para tener su primer hijo era en el 2008 de 31 años. Para 2011 la edad media a la maternidad continúa ascendiendo y alcanza ya los 31,3 en junio de 2011.

El tercer factor vinculado con el aumento del nivel de vida y cultural es uno de los aspectos más destacados. Desde 1975 fue el aumento del nivel de vida y la respuesta común a esto: Menor número de hijos para darle más bienestar, así como mejor calidad de vida a menos gastos, como los que se llevan los hijos.

Los nacimientos no aumentaron en ninguna comunidad  e incluso se ha reducido la aportación que a la natalidad procedente de la fertilidad de las madres extranjeras en descenso desde 2008. El aporte que la inmigración exterior ha estado haciendo a la natalidad durante el periodo de expansión económica se ha reducido en estos últimos años como consecuencia de la crisis económica que les ha obligado a retornar a sus países de origen, o a reducir el número de hijos. Por otra parte, el porcentaje de nacidos de madre no casada prosigue su continua tendencia creciente y alcanza, en 2010, un nuevo máximo de 35,5% (34,4% en el caso de las españolas y 39,9% en el caso de las extranjeras).


Otra de las características del régimen demográfico actual en España es la de presentar unas bajas tasas de mortalidad. También los fallecimientos descendieron en todos los territorios de España, con la excepción de Ceuta, donde aumentaron un 8,4%. Los mayores descensos se localizaron en Murcia (5,7 %), en La Rioja (5,0 %) y en Baleares y Castilla-La Mancha (4,9 %). De hecho, el crecimiento vegetativo de la población, es decir, la diferencia entre los nacimientos y las muertes, se redujo un 30,7 % en 2014 hasta situarse en 36.181 personas, el saldo más bajo registrado desde al año 2000.

Las razones se pueden explicar por el descenso de la mortalidad está el descenso de la mortalidad femenina asociada al parto, al descenso de la mortalidad infantil y al aumento en la esperanza de vida.  La mortalidad afecta, por géneros, más a los hombres que a las mujeres. La esperanza de vida es la mayor de la serie histórica con 82,8 años (80 años para los hombres y 85,6 para las mujeres). La tasa bruta de mortalidad se situó en 8,3 defunciones por mil habitantes, frente a los 8,6 de 2012. Esta tasa va en aumento desde 1981 debido al envejecimiento de la población.



En 2014, la esperanza de vida al nacimiento de los hombres y de las  mujeres españoles es de 85 años de media, siendo en mujeres la segundo de mundo, - Japón estaría en primer lugar con 87 años , y el décimo, en referencia a los varones.
Mapa de mortalidad por CC.AA en 2007

Las razones se encuentran en determinados factores  como son la mejora de los recursos sanitarios y los avances médicos; la mejora de los recursos socioeconómicos sobre todo en la alimentación y en la combinación de distintos factores. Por otro lado, es de destacar la importancia que aún tiene en España las llamadas  tres “C”: Enfermedades cardiovasculares, el Cáncer y los accidentes de carretera. Otros elementos a tener en cuenta son  el avance del número de personas afectadas por el Alzheimer (hay más viejos y los accidentes de trabajo. Todo ello ha permitido el aumento en la esperanza de vida, siendo esta mayor  en las mujeres y mayor cuanto más cualificado es el empleo.

Siete comunidades autonomas tienen ya un saldo vegetativo negativo, es decir, hubo más defunciones que nacimientos. El País Vasco es la novedad en este grupo de autonomías con saldo negativo, del que en 2012 ya formaban parte Galicia, Castilla y León, Asturias, Aragón, Extremadura y Cantabria.
Las tasas de mortalidad más elevadas son las del noroeste: Asturias, con 12 muertes por cada mil habitantes; Galicia, con 11,1, y Castilla y León, con 10,9. Esas tres autonomías son las que presentaron un saldo vegetativo más negativo, en especial Galicia, donde las muertes superaron en 10.701 a los nacimientos, por 9.603 de Castilla y León y 6.051 de Asturias.


Nacimientos... en positivo

Alba Ruiz apuesta por presentarnos un artículo publicado en el mes pasado, en concreto, el 4 de diciembre de 2014 y firmado por Jaime Prats y Alejandra Torres. Según ella, y parece referirse el artículo por primera vez desde 2010, el número de partos ha aumentado en España. 
El último informe del instituto nacional de Estadística sobre movimientos naturales de la población, refleja que de enero a junio de 2014 se han incrementado la natalidad con respecto al año anterior. Esta tendencia postitiva rompe tres años de caídas consecutivas (2011, 2012, 2013), coincidiendo con la crisis económica. ¿Estamos ante un cambio de tendencia? 
La respuesta que nos da Alba es que , según el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, todavía es pronto para sacar conclusiones ya que las cifras del INE son provisionales y reflejan solo el número de nacimientos y quizás haya coincidido con un aumento de mujeres en edad fértil. Afirman los investigadores , según ella, que el mejor indicador para saber el comportamiento de la natalidad es el número de niños por mujer y la tasa de fecundidad. 
Los últimos datos que existen, los del año  2013, reflejan que desde 2008 sigue cayendo, hasta 1'27 hijos, siendo la más baja de Europa. Por ello plantea esperar hasta saber el comportamiento de 2014.  Existe otra hipótesis para explicar el aumento de los bebés. Sugiere que las mujeres que durante los últimos años han postergado la decisión de ser madres por las incertidumbre sobre su futuro profesional han llegado a un punto en el que, hayan mejorado o no su situación, no pueden retrasar más la maternidad por la edad y se han decidido a dar el paso.
''Hay que tener en cuenta que las mujeres tienen una serie de años determinada para tener hijos'', apunta Esteve, uno de los investigadores del CSIC, aunque sostiene que habría que analizar los datos de forma más detallada en las madres.
Y vosotros/as, ¿qué pensáis sobre esto?

miércoles, 7 de enero de 2015

Introducción a la dinámica natural de la población




España está perdiendo su recurso más valioso: las personas. Somos menos y cada vez más viejos. España tenía cerca de 15,5 millones de habitantes en 1857, año del primer censo moderno disponible, y en 2012, la población alcanzó su máximo histórico, con 46,8 millones. A partir de entonces, ha empezado a perder población.



A 1 de enero de 2014, el capital demográfico de nuestro país había disminuido ya en más de 300.000 personas, hasta poco más de 46,5 millones. Todo esto queda reflejado en los  movimientos naturales, es decir, aquellos que dependen exclusivamente de la natalidad y la mortalidad, pero también en el crecimiento real de la población, en los que, además de tener presentes la natalidad y la mortalidad, hay que incluir los movimientos migratorios, o sea, el desplazamiento de la población.







El saldo migratorio comenzó a ser negativo en 2010 y situándose en cifras negativas, pues han sido más los que abandonaron nuestro país que los que entraron. La mayor parte de los que se marchado son inmigrantes que, cuando la situación económica ha empeorado han regresado a sus países de origen. Sin embargo, también ha habido miles de españoles que han salido al exterior a buscar un futuro que la crisis y los altos índices de paro de los últimos años no les dejaban ver claro.







En cualquier caso, España tiene otros problemas demográficos más profundos, menos coyunturales, que no solo dependen de que la economía y cuyas consecuencias a medio y largo plazo pueden resultar devastadoras: la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población.







Dichas referencias a la vida y a la muerte, pero también a la movilidad dentro uy fuera de un país, aparecen recogidas en las estadísticas del Instituto Nacional de estadística (INE). Este estudio estadístico, conjuntamente con el documento conocido como censo de población* y con el padrón municipal* son los que aportan más información de las diferentes dinámicas poblacionales de un país, pero también sobre la diferente estructura existente por comunidades autónomas o incluso de una provincia.







Los datos censales que reflejan esa dinámica poblacional hacen referencia a conceptos tales como la natalidad, la fertilidad, la nupcialidad, la mortalidad,  la mortalidad infantil o la esperanza de vida. La diferencia entre unos y otros dará lugar al crecimiento vegetativo o natural de la población española. Por lo tanto, y antes de desarrollar el tema parece necesario en un primer momento identificar y definir esos conceptos básicos de la demografía.











Referencia a los datos básicos recogidos censo de población y en un padrón municipal







La natalidad se define como el número de nacimientos que se producen en una población y en un tiempo concreto. Se entiende por natalidad el número de nacidos en un territorio (localidad, país, provincia) como cifra absoluta, frente al concepto de tasa bruta de natalidad (Tbn) que se centra en el número de nacidos  vivos por cada mil habitantes. 




La Tasa bruta de natalidad ha variado con el tiempo y es diferente dentro del. Por ejemplo, en España para el año 1976 presentaba una tasa de natalidad de 19,7 por mil , mientras que en 2014 era de 9,7 por mil. Las diferencias son constatables por CC.AA, ya que 2014 las tasas de natalidad más bajas de España eran las del  Principado de Asturias (6,28‰), Galicia (7,17) y Castilla y León (7,11). En el otro extremo se hallan la Región de Murcia (11,02‰), Cataluña (9,64‰), la Comunidad de Madrid (10,22‰) y Andalucía (9,71‰), además de las ciudades autónomas de Ceuta (12,85‰) y Melilla (18,04‰).  Una tendencia a la baja visible desde 2007. 









Vinculado a la natalidad se encuentra el concepto de fecundidad.  Esta es la relación existente entre el número de nacidos y el número de mujeres en edad fértil (mujeres entre 15 y 49 años). La fecundidad media o Indicador Coyuntural de fecundidad (o número medio de hijos por mujer) en España para el año 2014 es de 1´27 hijos por mujer (frente a los 2,8 que había en 1976). 



A su vez este concepto se vincula al de reemplazo generacional. Este es el número de hijos necesarios  para asegurar el reemplazo entre generaciones. Para conseguir el reemplazo generacional, y que no se pierda en un futuro población (o se produzca un envejecimiento poblacional) se requiere que se toda mujer tenga, al menos, 2’1 hijos.







Uno de los datos que se incluyen en el censo de población y en el padrón municipal y que es tomado como una referencia de relevancia por el INE es la nupcialidad. La nupcialidad se refiere al matrimonio como un fenómeno poblacional, incluyendo su cuantificación, las características de las personas unidas en matrimonio y la disolución de esas uniones, mediante el divorcio, la separación, la viudez y la anulación. La tasa de nupcialidad, o  tasa bruta de nupcialidad es el número de matrimonios por mil personas en un año determinado. Esta tasa se calcula utilizando el número de matrimonios, no el número de personas que se casan, e incluye tanto las primeras como las segundas nupcias. Según el INE cada vez son menos los que se casan y más mayores. La tasa bruta de nupcialidad a 3,3 matrimonios por mil habitantes, mientras que la media se situó en 37,3 años para los hombres y 34,1 para las mujeres. En el 18,1% de los matrimonios celebrados con cónyuges de distinto sexo, al menos uno de ellos era extranjero y del total de matrimonios registrados, un 2% (3.102) correspondieron a parejas del mismo sexo.



 




Por su parte, la edad media a la maternidad continúa ascendiendo y alcanza ya los 32,2 años para el año 2014.







Frente a estos conceptos ligados a la natalidad existen otros que lo contrarrestan  vinculados con la mortalidad.  El primero es el concepto de Mortalidad que se define como  el número de defunciones o muertes  que se producen en una población y en un tiempo concreto. Se entiende por mortalidad el número de fallecidos  en un territorio (localidad, país, provincia) frente al concepto de tasa bruta de fallecidos que se centra en el número de muertes por cada mil habitantes. En la actualidad en España hay 8,3 defunciones por mil habitantes, frente a los 8,6 de 2012.




Importante es también el concepto de mortalidad infantil que se define como  la relación existente entre el número de fallecidos antes de cumplir el primer año de edad y los nacidos vivos durante ese año. En la actualidad en España la tasa de mortalidad infantil se situó por primera vez por debajo del 3 por mil (2,8).









Vinculado a este aparece el concepto de esperanza de vida, es el promedio de años  que se calcula que puede llegar a vivir un recién nacido. En la esperanza de vida  existen enormes diferencias entre sexos ya que es mayor en mujeres que en  hombres. De acuerdo con el INE, la esperanza de vida es la mayor de la serie histórica con 82,8 años (80 años para los hombres y 85,6 para las mujeres).








El crecimiento natural o vegetativo de la población se define como la diferencia entre el número de nacimientos y defunciones que se produce en un lugar / Estado, Comunidad Autónoma, Provincia, barrio, etc…).  En España el ritmo de crecimiento a lo largo del siglo XX no ha sido uniforme.















La conjunción de los datos proporcionados tanto por las tasas vinculadas con la natalidad y las procedentes de la mortalidad nos proporcionan el régimen demográfico. En este caso veremos a continuación que desde 1900 al año 2012 España pasó de un régimen demográfico antiguo al actual que es manifiestamente moderno.

El padrón según Pablo

Pablo del Moral apuesta por hablarnos en esta entrada sobre la importancia del padrón municipal. El Padrón representa un registro de cada persona que habita en un determinado municipio y el acto de empadronarse es obligatorio según las leyes del país. La utilidad de dicho trámite reside en que acredita el período de permanencia en el suelo español, sin importar la ciudadanía del individuo que se inscribe. Como reflejo de este importante documento registral incluye Pablo un gráfico del Padrón continuo, sobre los datos de población son a 1 de enero de 2014.  

Según la distribución, podemos ver que la mayoría, el 89,3% son españoles, el 4,4% comunitarios y de extranjeros no comunitarios el 6,3%.
Podemos ver , que según la zona de origen de los inmigrantes, el 40% vienen de la zona de la UE, el 21,4% de África y el 19,8% de América del Sur. Después se distribuye el porcentaje por todo el mundo -según la nación- , la mayoría son rumanos y marroquíes, seguido de ingleses, ecuatorianos y chinos