domingo, 19 de febrero de 2012

La ciudad en la que vivimos: segunda parte


Evolución de la Kurtuba musulmana con su Medina rodeada por la muralla y los arrabales rodeando toda la ciudad. En la imagen inferior vista de los restos de los arrabales aparecidos en la zona de Poniente (imagen obtenida de arqueocórdoba.com)












En 716 Córdoba, la Corduba romana se transforma en la Qurtba o Kurtuba islámica, se convierte en capital de provincia, dependiente el Califato de Damasco. En mayo de 756, Abderramán I se proclama emir; nace el Emirato independiente de Córdoba. En 929 el estado pasa a ser el Califato de Córdoba, dirigido por la dinastía Omeya, y fue cuando la ciudad alcanzó su máximo apogeo demográfico. Córdoba ya era una de las ciudades más pobladas de la Tierra, con unos 250.000 habitantes, y alcanzó su máximo apogeo en el año 1000 con unos 450.000 (según algunas fuentes, sobre 1.000.000 de habitantes, aunque no se ha demostrado, pero que podría ser dada la extensión de las muchos arrabales cordobeses que han ido apareciendo conforme la ciudad ha crecido, especialmente hacia Poniente), siendo un centro financiero, comercial y cultural de primer orden. En esta época se terminó la Mezquita de Córdoba y se edificaron a sus afueras las lujosas ciudades de Medina Azahara o Madinat-al-Zahra ("Ciudad de La Flor") y Medina Azahira o Madinat al-Zahira ("Ciudad Brillante").







Plano de la ciudad palatina de Medina Azahara





En el terreno cultural se alcanzó un gran esplendor, contando, durante el califato de Alhaken II con la mayor biblioteca del mundo de su tiempo, con más de 400.000 volúmenes (según fuentes árabes más de 1 millón). A la cabeza de la red urbana islámica en Al- Andalus estaba la capital, Córdoba, la ciudad más importante del Califato, que superaba los 250.000 habitantes en 935 y rebasó los 500.000 en 1000 (algunos historiadores aún hablan de 1.000.000 de habitantes, basándose en recientes hallazgos arqueológicos de dimensiones superiores a las esperadas, cumpliendo muchas de las crónicas hasta ahora tenidas por exageradas), siendo durante el siglo X una de las mayores ciudades del mundo y un centro financiero, cultural, artístico y comercial de primer orden. Según fuentes árabes, bajo Add –al – Rahmán III , la ciudad alcanzó el millón de habitantes, que disponían de mil seiscientas mezquitas, trescientas mil viviendas, ochenta mil tiendas e innumerables baños públicos.
La ciudad musulmana también aparece reflejada. El mejor exponente lo tenemos en la Mezquita y en su entorno, aunque igualmente aparecen integrada en los muros de muchas iglesias (San Juan de los Caballeros, Santiago, San Lorenzo, etc...), en las esquinas de muchas calles o en el interior de bastantes patios cordobeses. No sólo se conoce lo espectacular, pues con la ampliación de la ciudad hacia el oeste han aflorado los muchos e importantes arrabales que se extendían en esa y en otras direcciones.







Plano de la medina de Córdoba bajo dominio musulmán






Las ciudades musulmanas como nuestra Kurtuba eran el centro de la vida política, económica, religiosa y cultural. En ellas vivía gran parte de la población. Una muralla con varias puertas, que se cerraban por la noche, rodeaba las ciudades islámicas medievales. La parte más importante de la ciudad era la medina, donde estaban los edificios más destacados. Las calles de la medina eran estrechas e irregulares y formaban auténticos laberintos. Alrededor de la medina se disponían los arrabales y los barrios más pobres, donde se situaban los talleres más ruidosos o malolientes, como es el caso de las curtidurías, donde se curtía el cuero.
El centro de la vida política era el alcázar, un recinto fortificado donde vivían la autoridad local y sus funcionarios. La vida religiosa giraba en torno a la aljama o mezquita mayor, aunque había templos más pequeños distribuidos por la ciudad.
En cuanto a la vida social y económica, se desarrollaba alrededor del zoco o mercado. Los comerciantes guardaban las mercancías en grandes almacenes, llamados alhóndigas, desde donde se distribuían a los comercios locales. La población de las ciudades estaba formada por artesanos, comerciantes y un numeroso grupo de vendedores ambulantes, sirvientes y esclavos.












Ciudad musulmana tipo






Pero no todo es eterno y la ciudad se vio superada por los acontecimientos históricos. Los beréberes, ayudados por el rey Sancho de Castilla, se apoderaron de Medina Azahara, símbolo del esplendor califal, en el año 1010; la incendiaron, la saquearon, y casi la redujeron al estado de destrucción en que se encuentra en la época actual (según atestiguan las ruinas que hoy se excavan y estudian). En la construcción de muchos edificios de la Córdoba posterior se utilizaron sillares procedentes de este palacio.
Con los almohades perdió su condición de capital de Al-Andalus, lo que significó el inicio de su decadencia. Esta decadencia se aviva con la toma de la ciudad por los cristianos a finales de diciembre de 1235, cuando consiguieron apoderarse, de las torres que había hasta la Puerta de Martos y, al amanecer, los cristianos eran ya dueños de las torres, del muro y de la puerta de Martos, que abrieron a fin de dar paso a la caballería cristiana, que aguardaba fuera de la ciudad, lo que provocó la huida de la población musulmana de la Axerquía, que intentó refugiarse en la zona de la villa, al tiempo que los cristianos, en espera de refuerzos, comenzaron a atrincherarse, pues su inferioridad numérica era patente. El 7 de febrero de 1236 llegó a Córdoba el rey Fernando III a fin de socorrer a los cristianos que se hallaban sitiados en la Axerquía. Finalmente, después de un asedio de varios meses y pérdidas las esperanzas de recibir ayuda, los cordobeses musulmanes rindieron la ciudad a Fernando III, con la condición de respetar la vida de la población, que no debería ser atacada mientras abandonaba el territorio. Las tropas de Fernando III hicieron su entrada en la ciudad de Córdoba el día 29 de junio de 1236.
Durante el reinado de Fernando III de Castilla, se comenzaron a construirse nuevas iglesias (algunas de ellas sobre antiguas iglesias destruidas por los musulmanes), hasta alcanzar el número de catorce, las actualmente conocidas como iglesias fernandinas. Siete de estas iglesias estaban localizadas en la villa (Santa María, San Nicolás de la Villa, San Juan, Omnium Sanctorum, San Miguel, San Salvador y Santo Domingo de Silos) y siete en la Axerquía (San Nicolás de la Axerquía, Santiago, Santa Marina, San Pedro, San Andrés, San Lorenzo y la más antigua, la Magdalena). Éstas se caracterizan por su transición del románico monacal, al gótico castellanizado, y en las mismas se pueden apreciar una sólida fábrica, artesonados mudéjares y arcos de nervadura en ojiva. La ciudad se dividió en 14 collaciones (barrios), de acuerdo al Fuero de Córdoba, otorgado en 1241 y coincidentes con esas 14 iglesias. De éstas permanecen hoy en día las iglesias de la Magdalena, San Lorenzo, San Pablo de Córdoba, San Pedro de Alcántara, San Francisco y San Eulogio de la Axerquía, Santiago, San Andrés, San Nicolás de la Villa, San Miguel, San Agustín y la capilla de San Bartolomé.







Mapa de Córdoba con las Collaciones cristianas





En el año 1315, durante el reinado de Alfonso XI, se edificó la actual sinagoga, bajo la leyenda, que hoy en día se puede seguir observando de "Santuario en miniatura y morada del Testimonio (o Ley) que terminó Ishap Moheb, hijo del señor Efrein Wadowa el año setenta y cinco. ¡Asimismo vuélvete, oh Dios, y apresúrate a reconstruir Jerusalén!".
Años más tarde, en 1328, bajo el reinado y la dirección del mismo rey se acometió la reconstrucción del actualmente conocido como Alcázar de los Reyes Cristianos, convirtiéndose en la residencia real en Córdoba, produciéndose el acondicionamiento de unos baños y la construcción de diversas estancias interiores. Enrique IV lo amplía convirtiéndolo en palacio, añadiéndole patios, jardines y baños.
También, durante el reinado de dicho rey se inició la construcción de la Real Colegiata de San Hipólito, para conmemorar la victoria sobre los benimerines en la Batalla del Río Salado, que no se llegó a terminar hasta el siglo XVIII, y donde actualmente se encuentran enterrados dicho rey y, su padre, Fernando IV.
Enrique II de Castilla mandó edificar en 1369 la Torre de la Calahorra en el extremo sur del puente romano para defenderse de un probable ataque de su hermano Pedro I de Castilla. Dicha decisión la tomó tras la batalla del Campo de la Verdad, en la que se enfrentó con su hermano. La defensa original había sido levantada por el emperador Octavio Augusto aunque a dicha fecha se encontraba en ruinas.






En 1408 se terminó de edificar la Torre de la Malmuerta, por orden del rey Enrique III. Según la leyenda el nombre de Malmuerta viene dado por el asesinato que llevó a cabo un caballero ascendiente de los marqueses Villaseca, sobre su mujer, a la que había juzgado culpable de adulterio, sin que fuese cierto. Al darse cuenta de su error, suplicó su perdón al rey, siendo condenado a levantar esta torre expiatoria, en recuerdo de la noble dama que, por sucumbir sin culpa, había sido mal muerta.
El Alcázar de los Reyes Cristianos, fue centro de mando para la conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos que se establecieron en ella en 1478, con lo que la corte estuvo varios años en la ciudad.
En el año 1523 se comenzó a levantar la actual Catedral de Córdoba, siendo obispo de la ciudad Alonso Manrique, trabajando en ella los principales arquitectos castellanos y encargándose su dirección a Hernán Ruiz I, siguiendo tanto los cánones góticos como los renacentistas. Su hijo Hernán Ruiz II continuó la obra siguiendo un estilo manierista.
En los edificios el espíritu renacentista y barroco no será ajeno a nuestra historia, pues muchos son los edificios tanto civiles como eclesiásticos en estos estilos que contribuyeron a nuestro actual legado patrimonial. Igualmente el neoclasicismo aparece representado.
Durante el renacimiento, en 1560 el arquitecto Hernán Ruiz II construyó la Casa de los Villalones, también conocida como palacio de Orive. Su estilo sobrio la hacen más semejante a los monumentos del renacimiento italiano que del plateresco. En su interior se encuentra una de las huertas urbanas más grandes del casco histórico de Córdoba.






Palacio de los Villalones también conocido como Palacio de Orive





Este mismo arquitecto empezó a levantar la iglesia de la Compañía en 1564. En 1570, se construyeron las Caballerizas Reales por orden de Felipe II, en parte de los terrenos del Alcázar de los Reyes Cristianos, con la intención de que sirviese de criadero de caballos de raza al servicio de la Corona.
En 1571, también bajo el reinado de Felipe II, y con motivo de la visita que realizó este rey a la ciudad, se construyó el denominado Arco del Triunfo o Puerta del Puente frente al puente romano, en la denominada puerta de Algeciras. Diseñado por Hernán Ruiz III, consta con un único vano, de dintel configurado por dovelas y a cada lado de éste dos columnas dóricas sobre basamento almohadillado que sostienen un entablamento rematado por una gran cornisa.


Vista de Córdoba desde el sur (año 1600). Se observa la nula ocupación de la zona al sur del Guadalquivir


También durante el siglo XVI se construyó la Plaza de la Corredera, en una gran explanada que existía a extramuros de la ciudad. Ésta se ha utilizado tanto para celebrar corridas taurinas como para juegos de caña (de ahí su nombre). Su configuración actual proviene del proyecto del arquitecto Antonio Ramós Valdés, quien construyó un rectángulo semirregular de 113 metros de largo y 55 metros de ancho, en 1683, siguiendo el modelo de las plazas mayores castellanas.






Imagen de la Plaza de la Corredera






Posteriormente, con los Austrias, a pesar de que construyeron la Puerta del Puente y la plaza de la Corredera y se realizaron las cortes de 1570 con Felipe II, Córdoba vio cada vez más disminuida su importancia y su población.






Imagen del Hospital Salazar del sigo XVIII hoy Facultad de Filosofía y Letras





En el siglo siguiente durante el reinado de Felipe IV tuvo lugar el motín del pan debido a la escasez de trigo. La ciudad pasaba por un crítico período del que los Borbones tampoco supieron sacar a la cuidad que iba sumiéndose en una mayor decadencia; lo que no obsta para que se construyesen importantes retablos barrocos y algunos palacios.
Entre los primeros, destacan los realizados por Gómez de Sandoval, y entre los segundos, el Colegio de la Compañía. También, en este momento comenzaron a erigirse los Triunfos, monumentos muy característicos, dispersos por varias plazas de la ciudad, con San Rafael arcángel al que los cordobeses son muy devotos coronando una columna; se construyeron también la conocida plaza de los Dolores y el Colegio de Santa Victoria, de Ventura Rodríguez.









Imagen de la Plaza de Capuchinos inalterada desde sus inicios entre los siglos XVII y XVIII








En esta época y debido a diversas epidemias, sequías, y malos gobernantes en la ciudad, la población se redujo a apenas 20.000 habitantes (año 1700). Se inicia así la decadencia de Córdoba.







Vista del casco histórico de Córdoba

2 comentarios:

  1. Fernando, una entrada muy interesante. Me interesa mucho la historia de Córdoba.
    Cristina Sánchez.

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  2. Cristina Estévez.

    Esta entrada, además de interesante, me han gustado las fotografís como esa última del casco antiguo así como del centro donde se pueden ver perfectamente las iglesias que hay así como la Corredera que destaca especialmente.

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